El 8% de las aguas marinas bajo jurisdicción nacional está actualmente a resguardo y el paraguas de protección se podría extender este año hasta alcanzar «entre un 12 y un 14%» si se aprueba el proyecto de creación del área marina protegida bentónica Agujero Azul de 164 mil kilómetros cuadrados, que ya tiene media sanción de Diputados.
«Argentina está entre un 7 y un 8% de toda la superficie marina protegida pero tenemos un proyecto de ley que aumentaría bastante el área protegida y lo llevaría entre el 12 y el 14 %, según estimaciones», dijo a Télam Claudio García, de la Dirección Nacional de Áreas Marinas Protegidas de la Administración de Parques Nacionales.
La áreas marinas protegidas más importantes están dentro de la zona económica exclusiva (ZEE) y son Namuncurá-Banco Burdwood I y II -ubicadas al sur de las Islas Malvinas-, y Yaganes -que está en la frontera con Chile, al sur del canal Beagle y sobre el mediano del Cabo de Hornos-.
Pero además ya obtuvo media sanción de Diputados el proyecto de creación del área marina protegida «Agujero Azul», la primera ubicada en la plataforma continental argentina más allá de las 200 millas marinas y la primera de tipo «bentónica», es decir que involucra solo al lecho marino excluyendo la columna de agua superior.
La zona a proteger incluye un espacio lindero a la ZEE donde yacen los restos del submarino ARA San Juan.
El «Agujero Azul» es «un área del mar argentino que tiene una biodiversidad particular» por su poca profundidad (con áreas inferiores a 200 metros), dijo Hernán Pérez Orsi, de Greenpeace.
Pero esta misma riqueza hace del Agujero Azul un foco de atracción para los buques pesqueros de aguas distantes que encuentran allí uno de los dos únicos lugares del mundo donde pueden aplicar la técnica de «pesca de arrastre de fondo» en aguas internacionales para la obtención de calamar, merluza común y merluza negra.
Este sistema de pesca es muy dañino para los ecosistemas porque es muy poco selectivo y «arrastra todo», incluyendo corales, esponjas y muchos peces que luego son descartados sin importar si están en época de reproducción.
El pasado 15 de marzo, el monitoreo que realiza diariamente Greenpeace y que da cuenta de que cada noche «se enciende» allí un punto luminoso del tamaño del que proyecta la Ciudad de Buenos Aires, indicaba que había 391 barcos pesqueros de diferentes banderas concentrados en un radio de 30 mil kilómetros cuadrados dentro del Agujero Azul.
«España es el único país operando en Agujero Azul que aplica algún tipo de restricción espacial: identificó áreas marinas vulnerables y cerró esas áreas a la pesca de arrastre de fondo, pero no hace una evaluación del stock de las especies objetivo ni establece un tiempo de veda», dijo.
«Más allá de eso, no hay ningún tipo de restricción temporal ni espacial para las flotas internacionales que operan más allá de la ZEE argentina», agregó.
Poner a resguardo este espacio de la pesca de arrastre de fondo permitirá la conservación de un sistema de cañones submarinos en el área del talud continental así como el cuidado de especies bentónicas vulnerables que al mismo tiempo son constructoras de complejas estructuras tridimensionales que generan espacios de refugio y condiciones para la reproducción y cría de otras especies.
«Es urgente la creación del área marina protegida bentónica Agujero Azul para impedir allí la pesca de arrastre fondo y, con el Tratado de los Océanos vigente, se va a poder proteger también la columna de agua, brindándole a esa zona una cobertura amplia», dijo Pérez Orsi.
«La ley nos va a dar una herramienta para proteger un ecosistema clave para la salud del mar argentino, transformando esta zona en un salvavidas para la mitigación del cambio climático al permitir que funcione como un sumidero de carbono real y un eje de producción de biodiversidad», agregó.
En tanto, ya está en etapa de consultas previo a su presentación en el Parlamento el anteproyecto de creación del área marina protegida Frente Valdés que estará ubicada frente a la península chubutense del mismo nombre
«Lo que nos pide hoy Naciones Unidas como un especie de política global (de protección de los océanos) a llevar adelante, ya se había iniciado con las metas de desarrollo del milenio (del 2000) y la Convención de Johannesburgo (2002) que ya proponían alguna defensa del entorno marino que se fue agrandando con el Plan Estratégico para la Diversidad Biológica 2011-2020 asumido por las partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica en 2010, cuando se fijó un 10%», dijo García.
«Hoy el 30% es un nuevo objetivo a cumplir y Argentina está muy avanzada», concluyó.
Fuente: Télam.