«La apertura se demoró hasta que tuvieron aprobados todos los protocolos, y exigencias para funcionar con turnos de hasta diez personas, incluyendo al profesor, con controles de temperatura, declaraciones juradas y otros requisitos», dijo a Télam Vanesa Luna, profesora de funcional en un gimnasio de la capital santacruceña.
Luna explicó que «muchas de esas exigencias ya formaban parte del funcionamiento habitual, como el recambio de calzado para cuidar la limpieza del lugar y el uso de alcohol en gel».
La profesora agregó que, más allá de los elementos desinfectantes que se exigen al gimnasio, «cada uno tiene que llevar sus elementos de higiene y tapaboca, que solo se quita durante la actividad».
«Otra exigencia es el estricto distanciamiento. En mi caso, que doy funcional, tengo que controlar que cada alumno manipule elementos sin pasárselo al otro, se trabaja únicamente con el peso del cuerpo», agregó.
Luna consideró que, pese a la reapertura de los gimnasios, «muchas personas aún no pueden asistir, porque los niños todavía no van a clases o no tienen otras actividades recreativas», por lo que «las clases virtuales seguirán».