El Gobierno de Javier Milei enfrenta presiones de Estados Unidos y China, en medio de una disputa arancelaria global que pone en jaque proyectos estratégicos como Atucha III y las represas de Santa Cruz.
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La guerra comercial entre Estados Unidos y China, desatada tras la reciente decisión de Donald Trump de imponer nuevos aranceles que Beijing replicó con medidas similares, dejó a Argentina en una encrucijada. Con aranceles cruzados que superan el 140%, el país aparece como territorio clave en la disputa entre las dos principales potencias del mundo, y la tensión geopolítica ya comienza a impactar en decisiones de fondo.
La renovación del swap de monedas con China fue una bocanada de aire fresco para el Banco Central, pero ahora el Gobierno argentino debe definir el futuro de dos acuerdos estratégicos con Beijing: la construcción de la central nuclear Atucha III y la reactivación de las represas de Santa Cruz, ambas iniciativas firmadas durante gestiones anteriores y hoy bajo revisión.
Durante su visita reciente a Buenos Aires, el secretario del Tesoro de EE.UU., Scott Bessent, transmitió al entorno de Javier Milei una preocupación concreta: el deseo de que Argentina cancele gradualmente el swap y limite la expansión de la influencia china en la región. Mientras tanto, desde Beijing recalcan que ese swap fue clave para estabilizar la economía argentina y facilitar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
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Entre los proyectos más observados está el de Atucha III, una megaobra de más de US$8.000 millones que implicaría un nuevo reactor nuclear de tecnología china en territorio argentino. El contrato fue firmado entre Nucleoeléctrica Argentina (NA-SA) y la Corporación Nuclear China, pero nunca se avanzó más allá del papel. Hoy se encuentra en etapa de “condiciones suspensivas de efectivización” y vence el 30 de abril, lo que obligará al Gobierno a definir si sigue adelante o lo deja caer.
Además, la posible privatización parcial de NA-SA, habilitada por la Ley Bases, y la llegada del asesor presidencial Demian Reidel como presidente de la compañía fueron interpretadas como una señal clara de desvinculación progresiva de los compromisos con China.
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Si bien Milei ha criticado públicamente al régimen chino, los gestos diplomáticos no han cesado. En noviembre de 2024, se reunió con Xi Jinping, en el marco de los 50 años de relaciones bilaterales. Y en el último informe de Jefatura de Gabinete al Congreso, ya se anticipaban algunas preguntas sobre la relación con China, incluso antes de esta nueva escalada arancelaria impulsada por Trump.
El tablero internacional condiciona cada vez más la política energética y económica del país. Con las obras de Santa Cruz paralizadas desde diciembre y la cuenta regresiva para Atucha III corriendo, el Gobierno argentino deberá tomar decisiones clave que podrían redefinir su vínculo con ambas potencias.
Fuente: TN
Foto: Archivo