Los ataques aéreos de EE. UU. y la ofensiva israelí en Siria se producen mientras los rebeldes islamistas derrocan al presidente Bashar al Asad, poniendo fin a su largo mandato.
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Este domingo, aviones estadounidenses llevaron a cabo una serie de ataques aéreos en Siria, alcanzando más de 75 objetivos del Estado Islámico (EI), incluidos campos de entrenamiento, operaciones y líderes del grupo terrorista. Los ataques fueron ejecutados con la participación de múltiples activos de la Fuerza Aérea de EE. UU., incluidos aviones B-52, F-15 y A-10, según informó el Comando Central de las Fuerzas Armadas de EE. UU. en sus redes sociales.
Por su parte, Israel bombardeó depósitos de armas del ejército sirio cerca del aeropuerto militar de Mazzeh, en las afueras de Damasco, según informó el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH). Los bombardeos alcanzaron posiciones de la Cuarta División del ejército sirio y depósitos de armas estratégicas, lo que refleja el continuo apoyo israelí a las acciones militares contra las fuerzas de Bashar al Asad.
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El contexto de estos ataques se enmarca en un importante giro en la guerra civil siria, con la caída de Bashar al Asad. En un impactante avance, los rebeldes islamistas han derrocado al presidente sirio después de una fulgurante ofensiva. Esta derrota pone fin a más de medio siglo de gobierno de la dinastía Al Asad, que comenzó con el padre de Bashar, Hafez al Asad.
Según fuentes de Rusia, el principal aliado de Siria, Bashar al Asad ha dimitido y abandonado el país, recibiendo asilo en territorio ruso, lo que marca un «punto de inflexión» en el conflicto que ha devastado Siria durante más de una década.
Fuente: La Razón
Foto: Archivo