A 135 años de su nacimiento, el pintor que dio forma a uno de los barrios más emblemáticos de Buenos Aires sigue siendo homenajeado por su legado artístico y cultural.
Benito Quinquela Martín, uno de los artistas más destacados de Argentina, es considerado el inventor de La Boca. Su obra y visión de este barrio porteño lo convirtieron en un ícono del arte y la cultura popular. Aunque no se sabe con exactitud la fecha de su nacimiento, se cree que nació el 1 de marzo de 1890, y celebraba este día hasta su muerte. Abandonado en la Casa de Niños Expósitos, su historia comenzó de forma humilde. Adoptado por el matrimonio Chinchella, Benito vivió en un entorno modesto, trabajando en la carbonería familiar y en el puerto, donde desarrolló su conexión con La Boca, un lugar que marcaría su vida y su arte.
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La Boca, su fuente de inspiración
La Boca representó un universo lleno de diversidad y dinamismo para Quinquela. Con una población multicultural, el barrio le ofreció un escenario único: una amalgama de idiomas, costumbres y trabajo que se reflejaba en la vida cotidiana y que inspiró al pintor a retratarlo en sus lienzos. Entre los conviviantes del barrio se encontraban italianos, japoneses, chinos, uruguayos, yugoslavos, griegos y turcos, todos ellos compartiendo las dificultades y los sueños del puerto.
A los 14 años, Benito encontró su primer pincel y, más tarde, comenzó a estudiar en la academia Pezzini-Stiatessi, donde profundizó su pasión por el arte bajo la tutela de Alfredo Lázari. Fue allí donde el pintor comenzó a consolidar su propio estilo y a crear las obras que, con el tiempo, lo definirían como el gran referente de La Boca.
Un legado que trasciende
El Museo Benito Quinquela Martín, situado en el corazón de La Boca, es uno de los legados más importantes que el artista dejó a su barrio. Con la intención de crear un centro cultural, educativo y sanitario, el pintor donó este espacio para que la comunidad pudiera disfrutar de la cultura y el arte. Según Víctor Fernández, director del museo, Quinquela no solo retrataba paisajes, sino que “sus pinturas eran escenarios del trabajo, del esfuerzo y de la transformación humana”. Las obras de Quinquela capturaban la esencia del barrio, uniendo su pasado, lo que veía desde su ventana y lo que imaginaba para el futuro del lugar.
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Las grandes series de Quinquela incluyen “Días luminosos”, “Días grises”, “Fuego” y “Cementerios de Barcos”. En todas ellas, el paisaje de La Boca aparece de alguna forma, a veces real y otras veces reimaginado. Los elementos arquitectónicos del barrio, como la iglesia San Juan Evangelista o el Puente Transbordador, a menudo se integran para dar contexto y reconocer el origen del pintor.
Técnica y estilo
Quinquela se alejó de los preceptos académicos de la pintura clásica, lo que provocó cierto rechazo en los círculos más elitistas de la crítica porteña. Su uso del color y la aplicación del óleo con espátula, que generaba una fuerte textura y volumen, definieron su estilo único. Según Fernández, Quinquela decía que «para una obra muy grande podía llegar a tardar una jornada de trabajo, después de haberla macerado en su alma durante varios meses», reflejando así la profunda conexión que sentía con su arte.
El final de una vida llena de color
A los 86 años, Benito Quinquela Martín falleció el 28 de enero de 1977. Como última muestra de su amor por el color, sus restos fueron enterrados en un ataúd que él mismo fabricó, pintando sobre la madera una escena del puerto de La Boca. La vida de Quinquela, llena de esfuerzo y pasión por su barrio, sigue siendo un testimonio de la identidad y la historia de La Boca.
Fuente y foto: argentina.gob.ar