Mientras gran parte de la ciudad duerme, Damián Fernández comienza su jornada laboral como panadero.
Pero su verdadera vocación empieza cuando sale del horno: este joven de 31 años, vecino de Plottier, lleva adelante un proyecto solidario que transforma vidas. Con piezas donadas y mucha voluntad, arma bicicletas para regalarlas a personas que no tienen cómo movilizarse.
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La idea nació tras la pandemia, cuando notó que muchas personas habían quedado sin medios de transporte. Comenzó reparando los rodados de sus vecinos, sin formación técnica, solo por pasión. Publicó su iniciativa en redes sociales y pronto recibió cuadros, ruedas, frenos y más. Con cada parte, una nueva bici cobraba vida.
“Lo hago para ayudar a otros”, repite Damián, que ya donó más de 250 bicicletas y reparó otras 150. Las entrega a mujeres que necesitan llevar a sus hijos a la escuela, trabajadores sin movilidad y chicos que desean pedalear por diversión. Las de rodado 26 son las más pedidas, y sus creaciones ya llegaron a Cipolletti, Senillosa y Piedra del Águila.
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Damián no busca ganar dinero con esta iniciativa. Aunque muchos le sugieren vender los rodados, él tiene claro su propósito: “Esto es por solidaridad”, afirma. Su red crece con el aporte de vecinos que lo contactan por WhatsApp o redes sociales. Cada parte donada se convierte en una esperanza sobre ruedas.
El proyecto de este joven demuestra que la solidaridad se puede ejercitar como un músculo. Su taller improvisado, lleno de piezas y sueños, es testimonio de que una bicicleta puede ser mucho más que un medio de transporte: puede ser una herramienta de inclusión, libertad y cambio.
Fuente:Diario Rio Negro.