Activistas de la ultraderecha del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, reclamaron hoy frente a cuarteles del Ejército en todo el país, con amplia presencia en San Pablo y Río de Janeiro, un golpe de estado militar para desconocer al presidente electo el domingo, Luiz Inácio Lula da Silva, en un movimiento que se sumó al iniciado el lunes por ruralistas y camioneros en más de 100 rutas.
La manifestación ocurrió un día después del pronunciamiento de Bolsonaro, que evitó aceptar la derrota y felicitar a Lula, y apenas indicó que iba a cumplir la Constitución, a 24 horas del inicio de los trabajos de transición hasta el 1 de enero, que serán coordinados por el vicepresidente electo, Geraldo Alckmin, y el jefe de gabinete del gobierno, Ciro Nogueira.
Hoy, feriado por el Día de los Muertos, encontró al bolsonarismo, que logró 49,1% de los votos el domingo, reclamando en la puerta de los principales regimientos del Ejército, indicó la agencia Télam.
«Lula no ha dicho nada sobre lo que está ocurriendo; esto demuestra que tendrá una situación de oposición parecida a la que tuvo Dilma Rousseff», dijo el líder del bloque oficialista en el Senado, Carlos Portinho, del Partido Liberal de Bolsonaro.
Lula inició unas vacaciones con su esposa Janja en Trancoso, Bahia, estado gobernado por su Partido de los Trabajadores (PT) y uno de los pilares electorales de su triunfo junto con el resto del noreste, la ciudad de San Pablo y el estado de Minas Gerais, con el ojo puesto en la conformación de su gabinete y la balanza de poder de su amplio frente de izquierda hasta la centroderecha liberal.
Según un balance de la Policía Caminera Federal, 156 puntos de cortes de ruta se registraban en 17 estados.
Ante la connivencia de parte de la cúpula bolsonarista de esa fuerza, el Supremo Tribunal Federal (STF, corte suprema) autorizó ayer a los gobernadores a reprimir con las policías provinciales y así lo hicieron los tres mandatarios regionales aliados del presidente hasta el domingo, los de Minas Gerais, Rio de Janeiro y San Pablo, que condenaron los bloqueos.
La policía caminera informó que deshizo 574 manifestaciones. En San Pablo la tropa de choque arrojó gases lacrimógenos en la autopista Castelo Branco, una de las más importantes de la región.
Pero el más impactante movimiento de la extrema derecha se produjo frente a los cuarteles de todo el país, sobre todo en San Pablo y Río de Janeiro, para reclamar a los jefes militares intervenir mediante un golpe de Estado e impedir la asunción, el 1 de enero, de Lula.
Los manifestantes entendieron -y así lo diseminaron por más de 220.000 grupos de WhatsApp y Telegram que dicen tener- que el discurso de ayer de Bolsonaro en el Palacio del Planalto, dos días después de haber sido derrotado, los invitó a seguir manifestándose y reclamando fraude.
El presidente evitó admitir la victoria de Lula y dijo que respetará la Constitución, a la vez que justificó las protestas, aunque se opuso a que sean violentas.