En el marco del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y UNICEF publicaron un informe devastador: en 2024, casi 138 millones de niños y niñas siguen atrapados en labores que vulneran sus derechos, y 54 millones de ellos lo hacen en condiciones peligrosas para su salud, seguridad y desarrollo.
Si bien los datos reflejan una reducción de más de 20 millones de casos desde 2020 —revirtiendo la tendencia negativa observada entre 2016 y 2020— el mundo aún está lejos de cumplir su compromiso de erradicar el trabajo infantil para 2025. La realidad es especialmente crítica en África Subsahariana, donde casi dos tercios de la población infantil están sometidos a esta práctica, perpetuada por la pobreza, los conflictos y la falta de protección social.
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La agricultura sigue siendo el sector con mayor concentración de trabajo infantil (61%), seguido por los servicios (27%) —como el trabajo doméstico o la venta callejera— y la industria (13%), que incluye tareas de alto riesgo como la minería. Estos entornos comprometen la educación y la salud de millones de menores, marcando sus vidas de forma irreversible.
Las regiones de Asia y el Pacífico han registrado avances importantes, pasando de un 6% a un 3% en la tasa de trabajo infantil, mientras que América Latina y el Caribe muestran una leve mejora: de 8 millones de casos en 2020 a 7 millones en la actualidad. Sin embargo, organismos internacionales advierten que estos progresos están en riesgo si se reduce el financiamiento a políticas de educación, protección social y empleo adulto digno.
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“El trabajo infantil no solo roba la infancia: perpetúa la pobreza y la desigualdad”, señalaron desde la OIT. El informe exige renovar compromisos e inversiones urgentes. Solo con acceso a una educación de calidad, sistemas de protección fortalecidos y empleos dignos para los adultos se podrá evitar que millones de niñas y niños cambien la escuela por el trabajo prematuro.
Fuente: Minuto Uno.
Foto: Unicef.