La negación, esa habilidad de apartar de nuestra percepción lo insoportable, es solo uno de los muchos mecanismos que nuestra mente despliega en momentos de aflicción. Su compañero, la sublimación, nos permite transformar deseos sexuales en logros culturales y artísticos, liberando así la energía emocional.
La doctora Alejandra Gómez, experta en psicoanálisis, advierte que estos reflejos defensivos son una suerte de «supervivencia psíquica», ayudándonos a sortear situaciones angustiantes. Sin embargo, si se extienden demasiado, pueden alterar nuestra percepción de la realidad y desencadenar enfermedades.
La licenciada Ivanna Sztejnberg, por su parte, subraya la importancia de estos mecanismos en el mantenimiento del equilibrio mental, permitiéndonos enfrentar situaciones desafiantes de manera inconsciente.
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La negación, la identificación, la proyección y la regresión son solo algunos de los guardianes invisibles que empleamos. La negación nos ayuda a ignorar realidades intensas, la identificación nos fusiona con otros para obtener un sentido de pertenencia, la proyección nos permite atribuir a otros lo que rechazamos en nosotros mismos, y la regresión nos permite evadir responsabilidades asumiendo comportamientos infantiles.
Mientras estos mecanismos de defensa son esenciales para afrontar el estrés, su prolongada aplicación puede teñir nuestra percepción del mundo con una paleta distorsionada. La psicoterapia y la introspección se erigen como guías para identificar y desactivar estos escudos cuando exceden su utilidad.
En resumen, nuestra mente es un maestro de la autodefensa emocional. Aunque estos mecanismos desempeñan un papel vital en la protección de nuestro bienestar mental, debemos ser conscientes de su potencial para distorsionar nuestra percepción de la realidad. Al comprender y reconocer su presencia, podemos encarar las tensiones y desafíos de manera más saludable y restaurar el equilibrio emocional perdido.
FUENTE: Infobae