Durante siglos, la higiene fue una actividad social, pero la Revolución Industrial y los avances científicos cambiaron esta dinámica en la historia humana.
Ducharse, una práctica habitual para millones, es un invento relativamente reciente. En la antigüedad, el baño no solo era un acto de higiene, sino también un evento social con funciones culturales, religiosas y recreativas.
En la Antigua Roma, los complejos de baños públicos, como las Termas de Caracalla y las Termas del Foro en Pompeya, eran monumentos dedicados a la limpieza y la interacción social. Estos espacios contaban con zonas de masajes, bibliotecas y restaurantes, convirtiéndose en centros de reunión para ciudadanos de todas las clases. Los antiguos griegos también consideraban el baño un acto de autopurificación antes de rituales religiosos, mientras que en Japón, los onsen servían tanto para la limpieza como para la sanación.
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La influencia de los baños colectivos se extendió más allá de Europa y Asia Oriental. En el Imperio Otomano, los hammams ofrecían experiencias de purificación física y espiritual. El Kiraly Bath, en Budapest, construido en el siglo XVI, continúa en uso, destacando la relevancia cultural de estos baños.
La ducha moderna: eficiencia y cambio de hábitos
Con la Revolución Industrial y el desarrollo de cañerías en los hogares, esta tradición comenzó a cambiar. La teoría de los gérmenes transformó la limpieza personal en un asunto individual. La invención de la ducha moderna marcó el inicio de una nueva era de higiene, centrada en la eficiencia en lugar de la socialización. Esta evolución eliminó el aspecto comunitario del baño, convirtiendo la ducha en un acto rutinario y solitario, reflejo del estilo de vida acelerado actual.
Beneficios de la ducha según estudios de Harvard
A pesar de estos cambios, la ducha moderna ofrece beneficios significativos. Un estudio de la Universidad de Harvard indica que ducharse regularmente ayuda a mantener los poros limpios, previniendo problemas dermatológicos como el acné y facilitando la eliminación de aceites y células muertas de la piel. Sin embargo, ducharse en exceso puede ser perjudicial para la microbiota cutánea, que es esencial para la salud de la piel. Dañar este microbioma puede resultar en infecciones o sequedad.
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¿Es necesario ducharse a diario?
Contrario a lo que muchos creen, Harvard sugiere que no es necesario ducharse todos los días. Robert H. Shmerling, editor de Publicaciones de Harvard, recomienda que, en promedio, cuatro duchas por semana son suficientes, salvo en actividades intensas o climas cálidos. Además, los expertos destacan la importancia de reducir el tiempo en la ducha. Aunque la duración promedio recomendada es de ocho minutos, ducharse entre tres y cuatro minutos puede ser suficiente para mantener una buena higiene y conservar agua, un aspecto esencial desde la perspectiva medioambiental.
Fuente: Infobae.
Foto: Pexels/Karolina Kaboompics.