En el país del asado, la paradoja se acentúa: ya ingresan unas 1.200 toneladas mensuales de carne vacuna y más de 5.000 de cerdo. El fenómeno refleja el auge de las importaciones de alimentos en Argentina, que crecieron más de 150% en menos de un año.
La combinación de un tipo de cambio apreciado, desregulación y baja de aranceles potencia la entrada de productos como zanahorias, tomates, naranjas y limones. Brasil lidera esta ola, con un salto de 2.182% en envíos de zanahorias y 870% en tomates, según Javier Preciado Patiño.
El INDEC informó que el superávit comercial cayó a apenas u$s204 millones en abril, uno de los niveles más bajos desde el inicio del gobierno de Javier Milei. Esto contrasta con un crecimiento interanual de 37,3% en las importaciones frente a solo 2,3% en las exportaciones.
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La industria cárnica también se resiente: las exportaciones de carne vacuna retrocedieron un 30%, mientras la producción rondaría los 2,8 millones de toneladas. Aunque se prevé un aumento de 300.000 toneladas en los envíos a China, el mercado interno pierde dinamismo.
El retroceso en la agregación de valor se evidencia en el agro: los productos primarios crecieron 10,8%, pero las manufacturas de origen agropecuario cayeron 0,4%. Las retenciones distorsionan los incentivos, afectando la competitividad del sector.
Para Preciado Patiño, Argentina enfrenta una “doble Nelson”: por un lado, el aumento de importaciones de alimentos; por el otro, la caída de las exportaciones agroindustriales. El deterioro del superávit comercial preocupa a productores y economistas por igual.
Fuente: Ámbito.