El caracol cono geógrafo (Conus geographus) es una de las criaturas más venenosas del océano, capaz de paralizar a sus presas al instante e incluso matar a un ser humano sin que exista un antídoto.
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Con apenas 15 centímetros de longitud, el caracol cono es considerado uno de los animales más peligrosos del mundo debido a su veneno letal. Este molusco marino, presente en aguas tropicales del Indo-Pacífico, utiliza un arpón modificado para inyectar una potente mezcla de toxinas llamada conotoxinas, capaces de inducir parálisis y fallo respiratorio en sus víctimas. Con más de 30 muertes humanas registradas, se le conoce como el «caracol cigarrillo», en alusión a la creencia de que, tras su picadura, solo habría tiempo para fumar un último cigarro antes de morir.
Entre los componentes de su veneno destaca una insulina única en el reino animal. Investigadores de la Universidad de Utah descubrieron que esta hormona, similar a la de los peces, provoca un choque hipoglucémico instantáneo en sus presas, dejándolas indefensas. Este hallazgo abre nuevas posibilidades en el estudio de la insulina y su relación con la diabetes.
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A pesar de su peligrosidad, el veneno del caracol cono ha despertado el interés de la ciencia. Se han desarrollado analgésicos derivados de sus toxinas hasta mil veces más potentes que la morfina y se investiga su uso en el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas como el párkinson y la epilepsia.
Dado que no existe un antídoto, la única forma de sobrevivir a una picadura es mantener con vida a la víctima hasta que su cuerpo elimine las toxinas de manera natural. Paradójicamente, esta mortal arma evolutiva podría convertirse en una clave para el avance de la medicina.
Fuente y foto: Infobae