Una investigación del New York Times reveló que la operación militar de EE.UU. contra los hutíes en Yemen superó los 1.000 millones de dólares solo en su primer mes. El despliegue incluyó portaaviones, bombarderos B-2, cazas y sistemas de defensa aérea como los Patriot y THAAD.
El alto consumo de municiones de precisión, muchas de ellas de largo alcance, preocupó al Pentágono, cuyos planificadores temen ahora por la disponibilidad de armamento en caso de una eventual crisis con China, especialmente si se trata de defender Taiwán.
Pese al masivo gasto militar, Washington no logró imponer superioridad aérea sobre los hutíes, según fuentes de la administración Trump. En cambio, perdió varios drones MQ-9 Reaper y los ataques contra buques en el mar Rojo continuaron.
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El Pentágono asegura haber destruido más de 1.000 objetivos, incluyendo centros de mando, almacenes de armas avanzadas y varios líderes hutíes, aunque los resultados estratégicos fueron limitados.
Trump, quien ordenó la operación el pasado 15 de marzo, prometió recientemente frenar los ataques, argumentando que los hutíes “ya no quieren luchar” y que “capitularon”. Sin embargo, el grupo rebelde aseguró que su ofensiva continúa contra Israel en apoyo a Gaza.
Muhammad Al Bakhiti, líder hutí, aclaró que su compromiso de no atacar se limita a EE.UU. y que seguirán interceptando embarcaciones que se dirijan a Israel, manteniendo su apoyo a la causa palestina en plena escalada regional.
Fuente: RT.