Desde cremas hasta cafés “beauty”, el colágeno se ha convertido en la estrella de una industria que vende juventud encapsulada.
Esta proteína, la más abundante en el cuerpo humano, es ahora ingrediente clave en productos que prometen piel firme, articulaciones sanas y una apariencia más joven. Sin embargo, especialistas advierten: el auge de este suplemento está más impulsado por la moda y el marketing que por pruebas científicas sólidas.
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Las redes sociales, especialmente TikTok, y el fenómeno global de la cosmética coreana (K-beauty), impulsaron esta fiebre. Influencers y celebridades comparten sus rutinas antienvejecimiento con suplementos, serums y polvos que contienen colágeno. El mensaje es claro: verse joven es sinónimo de bienestar. Esta narrativa, repetida hasta el cansancio, ha transformado una curiosidad médica en un ritual de belleza diario para millones.
No obstante, el culto a la juventud tiene un sesgo de género evidente. Mientras los hombres envejecen con “dignidad”, a las mujeres se les exige ocultar el paso del tiempo. El colágeno, en este contexto, no es solo un suplemento, sino un símbolo de las presiones estéticas que recaen especialmente sobre ellas. La industria del antienvejecimiento, valuada en miles de millones, aprovecha esa inseguridad con promesas que, muchas veces, no se pueden cumplir.
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Desde la ciencia, los resultados son poco concluyentes. Aunque algunos estudios señalan leves mejoras en elasticidad o salud articular, muchos están financiados por las propias marcas. Expertos como el doctor Afshin Mosahebi subrayan que no existe evidencia contundente y que consumir colágeno no garantiza efectos visibles: una dieta equilibrada cumple la misma función.
El mercado no se detiene: nuevas variantes como el colágeno vegetal o los exosomas ya buscan su lugar en las góndolas. Pero en el fondo, la pregunta sigue vigente: ¿estamos invirtiendo en salud o en ilusiones? Por ahora, la ciencia pide cautela, mientras la industria promete el elixir de la juventud en cada cucharada.
Fuente: Xakata.
