El hundimiento del crucero ARA General Belgrano, ocurrido el 2 de mayo de 1982. marcó un hito trágico para la Argentina en el marco de la Guerra de Malvinas, dejando como saldo un total de 323 fallecidos, prácticamente la mitad de las bajas militares sufridas por el país durante el conflicto.
Ese día, el submarino nuclear HMS Conqueror de la Real Armada Británica lanzó dos proyectiles, en una acción que fue cuestionada incluso en Inglaterra, por haberse producido fuera del área de exclusión establecida por el Gobierno británico alrededor de las islas.
Alfredo Tarcaya, uno de los sobrevivientes del ataque, habló con Radio 3 sobre su experiencia. Salteño, de 72 años, vive desde hace mucho tiempo con su familia en Río Gallegos, Santa Cruz.
MIRÁ TAMBIÉN: Finalizó con éxito el tercer Encuentro Regional de Hilanderas
Alfredo reconoce que, como a sus compañeros, la recuperación de las Islas Malvinas en el año 1982 lo sorprendió. Ya había estado embarcado dos veces, una de ellas en el año 1978 por el conflicto limítrofe en el Canal Beagle.
Sobre el día del ataque recuerda: «Estaba acostado descansando en una de las cubiertas principales. Me había sacados los zapatas, algo de ropa y me encontraba con camiseta y pantalón. Me desperté con la explosión. Primero pensé que nos estaban pegando con algún avión, pero después cuando llegó la segunda explosión que fue muy grande, supimos que se trataba de un torpedo».
Alfredo relató que en ese momento «había mucho humo, todo estaba oscuro». Finalmente pudo divisar una luz y logró salir a la cubierta principal: «El barco ya estaba escorado, había mucho combustible para helicóptero en tachos de 200 litros y no se podía caminar. Tiramos algunos al mar para evitar que se prendieran fuego».
MIRÁ TAMBIÉN: Este 31 de marzo se produjo un cambio importante en la Justicia de Chubut
Tarcaya comentó que entre el momento de los impactos y la orden de evacuación todo pasó muy rápido: «Había gente que pedía auxilio, yo logré llegar hasta la tercera cubierta y el ingreso de agua era impresionante, prácticamente no se podía hacer nada, las puertas no se podían cerrar. Entonces determinan que debíamos abandonar el barco. Yo intenté entrar a la cantina y el pañol para recuperar elementos de supervivencia pero ya no se podía ingresar y entonces decidí buscar una balsa».
Lo que siguió después, según cuenta Alfredo, fue dramático: «La balsa estaba hacia el lado de estribor, por el cual se estaba hundiendo el barco, junto a tres compañeros quisimos bajar la balsa por la banda contraria, pero no pudimos, se nos quedó atascada. Nos separamos y yo logré lanzarme en una balsa. Eramos 16. El viento era de entre 90 y 100 kilómetros, las olas superaban los 10 o 12 metros y nos tiraba contra el barco, no nos dejaba alejarnos y corríamos peligro de que nos absorba al hundirse. Finalmente, logramos alejarnos unos 100 metros pero la balsa se pinchó y tuvimos que tirarnos al agua. Después de dos minutos alguien me levantó y subo a otra balsa donde eramos unas 36 personas».
Entre los que habían sobrevivido y estaban en la misma balsa había muchos heridos, algunos con cortes, otros con quemaduras, todos pudieron llegar con vida al continente.
Alfredo Tarcaya junto con sus compañeros, estuvo un día y medio en el mar hasta que finalmente fueron rescatados y trasladados a Puerto Belgrano. Durante esas horas confesó que, a pesar del shock por el ataque, estuvo fuerte anímicamente, confiando en Dios y pensando en la regresar con la familia.
MIRÁ TAMBIÉN: DATO | Actividades por el 42° aniversario de la gesta de Malvinas
En su mensaje final se refiere a la necesidad de recordar lo ocurrido, compartirlo con las nuevas generaciones. Pero también habla de la necesidad de estar alertas sobre las amenazas actuales a la soberanía nacional: «Debemos continuar, con paciencia constancia y si rencores transmitiendo lo que vivimos y también enseñando a reclamar por todos los espacios de soberanía que pueden estar en riesgo hoy, no sólo Malvinas, sino en toda la Patagonia, en la Cordillera, en la Antártida, en relación con nuestras riquezas», aseguró.
