Un equipo de científicos ha descubierto cómo los agujeros negros supermasivos se alimentan y crecen mediante un proceso de retroalimentación que implica la interacción constante entre materia y energía. Utilizando datos del Observatorio de Rayos X Chandra y del Very Large Telescope (VLT), la experta Valeria Olivares y su equipo de la Universidad de Santiago de Chile han identificado cómo estos fenómenos cósmicos atraen y expulsan materia.
Cuando un agujero negro se encuentra en su fase activa, su enorme gravedad captura gas y polvo cósmico, que cae hacia su horizonte de sucesos. A medida que se aproxima, la materia se calienta y emite radiación en forma de rayos X, permitiendo que los observatorios detecten estos agujeros negros. Este proceso es fundamental para estudiar los agujeros negros, ya que son visibles solo cuando están “comiendo”.
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Los agujeros negros supermasivos participan en un ciclo de retroalimentación, donde los chorros de radiación que disparan enfrían el gas caliente y generan filamentos de gas a temperaturas extremas. Estos filamentos forman un ciclo continuo, reiniciando el proceso al devolver el gas caliente hacia el agujero negro.
Un reciente estudio sobre cúmulos de galaxias ha confirmado la existencia de estos filamentos calientes y fríos. La investigación ha establecido una relación entre la temperatura y el brillo de estos filamentos, lo que fue posible gracias a nuevas técnicas de procesamiento de datos que permiten separar las regiones calientes de otras estructuras cercanas a los agujeros negros.
A pesar de que se han confirmado cerca de 100 agujeros negros supermasivos, no todos son visibles con las tecnologías actuales. Los astrofísicos dependen de la radiación emitida y el comportamiento de los cúmulos de estrellas cercanos para estudiar estos fenómenos. Con la llegada de detectores de ondas gravitacionales y telescopios avanzados, se abre una nueva era para explorar los agujeros negros desde sus primeras etapas y comprender mejor los misterios del universo.
Fuente: Wired.