Fotos: Sergio Esparza (Diario Jornada).
El goleador y capitán gaimense enmudeció temprano el estadio germinalista a los 13 minutos, tras un centro de Mariano «Chucky» Fernández, el otro actor protagónico de las finales con sus dos goles en el encuentro de ida.
Sin embargo, Germinal lo empató enseguida, a los 15, con un cabezazo del segundo central Agustín Cano.
En el segundo tiempo Gaiman volvió a sufrir el segundo penal de la serie penal y otra vez se lo cobraron a Matías Griffiths (el del encuentro de ida no había sido), pero para colmo de males el zaguero se fue expulsado, a los 22 minutos. El chico Rodrigo Ríos ejecutó la falta y puso al frente al local por 2-1, el mismo marcador que se había registrado en la ida, pero a favor de los valletanos.
El Verde a buscar el tercero que le diera el segundo título consecutivo y el 28° del historial, pero en el intento, se desesperó y también se quedó con uno menos por la expulsión del delantero Bruno Neculhueque.
Sufriendo como sabe sufrir Gaiman «aguantó los trapos», pese a todo el entorno en contra, y logró llevar la definición a los penales.
Lo que nadie imaginaba, ni siquiera el más optimista hincha gaimense, es que los jugadores visitantes sobrellevaran tan bien que la presión que terminaron convirtiendo los cuatro penales ejecutados: Gustavo Schischke, Matías Jones, Hernán Elgueta y Mariano Fernández. Y no hizo falta el quinto porque los locales se cargaron de más tensión y sólo Ignacio Terán, el hombre cedido por Huracán, acertó en la red, pero en cambio el remate de Diego Flamenco dio en el palo y el de César Fonseca en el travesaño, lo que desató el delirio.
Gaiman logró su octavo título en el ámbito de la Liga de Fútbol Valle del Chubut, pero no salía campeón desde 1988, en aquel logró que además le dio la clasificación a su último Torneo del Interior, cuando la Villa Deportiva estaba acostumbrada a las postales como las que se vieron en el encuentro de ida de esta serie final, después de tantos años.
Consciente de sus limitaciones, pero también de sus atributos, y además con el cuero más curtido después de haber perdido holgadamente la serie final del Apertura, Gaiman supo interpretar el libreto de cada partido, sobre todo los de la etapa decisiva.
No importó que en algunos partidos, como con Huracán en Trelew o JJ Moreno en Madryn, se viera superado. Siempre respetó su idea de juego, patrullando del medio hacia atrás y saliendo rápido de contra para que la velocidad de Fernández y el pivoteo de Schischke se plasmara en el arco contrario.
Sin embargo, hayan sido la actitud y la rebeldía las dos principales de un equipo joven, que sustentó el campeonato en la gran actuación de su arquero Darío Krebs en la ida, la generosidad en el despliegue y la inteligencia para jugar de Jonathan Gómez y la contundencia de Fernández y Schischke.