Joana Gieco ya no es solamente “la hija de León”. Pianista, compositora, arregladora y multiinstrumentista, se abre camino con una identidad sólida que honra la herencia pero busca su propio lenguaje.
En dúo con el guitarrista Alejo León, su propuesta combina la potencia del metal con la profundidad del folklore y la música andina, sin ataduras de estilo.
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Su historia con la música comenzó de manera natural. En su casa no abundaban las guitarras a la vista, pero sí un piano, que fue su puerta de entrada. Desde pequeña estudió con Graciela Sujatovich y luego continuó en el Conservatorio Nacional, hoy Universidad Nacional de las Artes. De ahí en más, todo fue expansión: domina el piano, el bandoneón, la caja, y es capaz de dialogar con géneros tan distintos como una murga o una misa criolla.
Joana participó de “De Ushuaia a La Quiaca”, el proyecto de su padre que recorrió el país buscando sonidos originarios. Admiradora de Leda Valladares y defensora de las raíces culturales, hoy sueña con «Chulpa», un nuevo proyecto que fusiona música andina con metal, demostrando que la tradición y la distorsión pueden convivir con autenticidad.
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Su incursión en el metal la llevó a integrar la banda de Ricardo Iorio, con quien grabó y tocó en vivo. Frente a las críticas por su vínculo con el rockero polémico, responde con sinceridad: “Es una persona increíble, sensible, con un gran sentido del humor”. Joana no se disculpa por sus decisiones artísticas: su compromiso es con la música, no con las etiquetas.
Dueña de un talento ecléctico y de una convicción inquebrantable, Joana Gieco representa a una generación que se apropia de la diversidad cultural sin prejuicios. Respeta todos los géneros, como aprendió en su casa, y los mezcla para crear algo nuevo, propio y poderoso. Una artista con todas las letras, lista para dejar su huella más allá del apellido.
Fuente: TN.