Los primeros 1.000 días de vida, que van desde la gestación hasta los dos años, son reconocidos como una ventana de oportunidad para garantizar un desarrollo y crecimiento óptimos en los niños. Sin embargo, los siguientes 1.000 días, que abarcan desde los 2 hasta los 5 años, también son determinantes. Durante este período, los hábitos alimenticios se consolidan y pueden influir de manera significativa en la salud futura, según expertos en nutrición infantil.
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En Argentina, las estadísticas sobre la nutrición en niños de 2 a 6 años son preocupantes. Según informes recientes, la alimentación en esta etapa presenta déficits en nutrientes esenciales como calcio, potasio, fibra y vitaminas A, C y D. En contraste, es alta en nutrientes críticos como sodio, azúcar y grasas saturadas. Este desequilibrio en la dieta puede llevar a problemas de salud a largo plazo, como enfermedades crónicas no transmisibles.
Durante la presentación de PROFENI (Profesionales Expertos en Nutrición Infantil), convocada por Danone, se destacó la necesidad urgente de mejorar el perfil nutricional de los productos dirigidos a la infancia. Este equipo de profesionales trabaja en investigación, desarrollo de propuestas y comunicación para crear conciencia sobre la importancia de una alimentación adecuada en los primeros años de vida. Los especialistas coinciden en que los segundos mil días son determinantes para establecer patrones alimentarios saludables y evitar enfermedades como la obesidad, diabetes tipo 2 y problemas cardiovasculares.
Un aspecto central en esta etapa es la integración de los niños a la mesa familiar. Este momento no solo implica la acción de comer, sino también la adopción de hábitos que, si son poco saludables, pueden acompañarlos toda la vida. Las comidas en familia permiten observar y seguir modelos. Si los padres tienen una alimentación equilibrada, los niños tienden a imitar esos comportamientos, lo que favorece un desarrollo integral y saludable.
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En paralelo, la escolarización juega un rol clave en la formación de hábitos alimenticios. Muchos niños consumen alimentos de baja calidad nutricional en la escuela, como snacks, galletitas y jugos azucarados. Este entorno puede contrarrestar los buenos hábitos adquiridos en casa, por lo que es fundamental educar y ofrecer opciones saludables. Los especialistas recomiendan priorizar frutas frescas, cereales sin azúcar y yogur con probióticos, que contribuyen al desarrollo de una microbiota intestinal sana, esencial para el bienestar general.
Fuente: Noticias Argentinas.
Foto: Clínica Jaime I de Catarroja.
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