El auge de las pantallas en la educación enfrenta críticas en todo el mundo. La utilización de dispositivos como portátiles o teléfonos en el aula comenzó a dejar lugar al regreso de métodos más tradicionales, en los que el papel, el lápiz y el libro están en el centro de la enseñanza.
La opinión de maestros, neurocientíficos y familias pone en evidencia que el uso excesivo de dispositivos puede tener consecuencias en el aprendizaje de los más jóvenes.
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Este cambio de paradigma comenzó en Suecia, cuando en 2024 el gobierno decidió dar marcha atrás en el modelo de digitalización en las escuelas públicas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió además sobre el impacto de las pantallas en el desarrollo de los más pequeños, recomendando limitar a una hora al día el uso de dispositivos en los menores de cinco años.
En varias escuelas de Europa están implementando métodos más tradicionales, fomentando la escritura a mano, la lectura en papel y el razonamiento sin el apoyo constante de dispositivos. La Escuela Pía de Caldes de Montbui, en Cataluña, es un ejemplo destacado de esta “desescalada”, considerando que así fortalecen habilidades como la concentración, la memoria, el razonamiento y el juicio de los estudiantes.
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Este regreso a métodos más tradicionales tiene como base una serie de descubrimientos de neurocientíficos y pedagogos. Según ellos, el uso constante de dispositivos puede llevar tanto a una caída en el cociente de inteligencia como en la capacidad de retener información, de reflexionar en profundidad y de gestionar emociones en entornos sociales. Por el contrario, el acto de escribir a mano y leer en papel fortalece las redes neurales en el cerebro, ayudando así al aprendizaje.
Este cambio de paradigma pone en evidencia que el debate sobre el futuro de la educación enfrenta dos modelos: el de la digitalización como progreso inexorable y el de una enseñanza más humanista, centrada en el papel, en el lápiz y en el esfuerzo reflexivo. La comunidad científica deja así planteada una disyuntiva importante en el siglo XXI: encontrar el equilibrio justo en el uso de la tecnología para formar ciudadanos autónomos, críticos y más concentrados en el conocimiento.
Fuente: Infobae.