Las caricias no solo fortalecen el vínculo entre humanos y perros, sino que también generan beneficios emocionales, como reducir el estrés, la ansiedad y la soledad.
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Los perros se han convertido en miembros esenciales de las familias argentinas gracias a su lealtad, amor incondicional y capacidad de adaptarse a diferentes estilos de vida. Sin embargo, más allá de su compañía, pocas personas conocen el impacto positivo que tienen las caricias hacia estas mascotas en la salud mental de sus dueños.
Al acariciar a un perro, el cuerpo libera neurotransmisores como dopamina, endorfina y serotonina, conocidos como las «moléculas de la felicidad». Este proceso ayuda a reducir el cortisol, la hormona del estrés, favoreciendo un estado de relajación y bienestar tanto para la persona como para el animal.
Además, las caricias fortalecen el vínculo emocional con el perro, transmitiéndole seguridad y tranquilidad. Para quienes sufren de ansiedad o depresión, estas muestras de afecto funcionan como un valioso apoyo emocional, disminuyendo la sensación de soledad y fomentando un mayor bienestar.
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La compañía de un perro también tiene un efecto positivo en la sociabilidad de las personas. Las salidas regulares para pasear a la mascota crean oportunidades para interactuar con otros, promoviendo nuevos vínculos y relaciones. A su vez, el compromiso de cuidar a un perro refuerza la disciplina y el enfoque en las rutinas diarias.
Por todo esto, acariciar a un perro no es solo un gesto de cariño; también es una herramienta poderosa para mejorar la salud mental y fortalecer los lazos afectivos en el hogar.
Fuente: Ámbito Financiero
Foto: Archivo