Es 1° de junio. El descenso de la temperatura hace sentir la proximidad del invierno. Un comentario que comienza a hacerse frecuente es que la humedad es mayor que en otros años y eso hace que el frío sea más crudo.
La escasa iluminación pública genera dificultades para ubicar las numeraciones de las casas, pero cerca de una ventana se lo ve a José Bernardino concentrado, jugando al solitario en la computadora de escritorio. Tras golpear a la puerta, una de sus nietas abre.
El frío que se sentía afuera quedó atrás, no sólo por ingresar a una vivienda calefaccionada, sino más por el recibimiento que brindan los familiares de José Honorio Ortega, único santacruceño caído en combate en Malvinas. Entre ellos hay alegría y calor de familia.
Actualmente Carolina vive en Sierra Grande, Río Negro, y Melisa en Trelew, Chubut.
Tras más de 12 años, Carolina y Melisa, las hijas mellizas de José Honorio, se reencuentran con sus abuelos en Río Gallegos. La niñez y la adolescencia de las mellizas transcurrieron en Trelew, pero ahora, con 39 años, Carolina vive en Sierra Grande, donde tiene un puesto de comidas, y Melisa en Trelew, Chubut, donde es secretaria en un jardín.MIRÁ TAMBIÉNCrece el número de casos, pero la cifra “no es exageradamente alta”
José Honorio de pequeño.
“Cuando estábamos con la señora que nos cuidó, ella nos mostraba el monumento todas las noches. Siempre nos dijo que éramos adoptadas, nos mostraba la foto y nos decía que ese era nuestro papá. Cuando nos fuimos a vivir con mi mamá, como a los 9-10 años, ese tema no se podía hablar en la casa”, cuenta Melisa a La Opinión Austral.
Empezamos a saber del tema cuando volvimos a conocer a la abuelaCompartir
Carolina recuerda que la primera vez que vio a su papá José Honorio fue en el diario. “Ahí estaba la fecha de muerte y le pregunté a Sofía (madre adoptiva) si era mi papá y me dijo que sí. Dijo que después íbamos a hablar y me contó todo”.
“Yo era fanática, me paraba a las doce a cantar el himno. Con sólo verlo, lo sabía: él es mi papá. Pensaba: Voy a preguntar para afirmarlo”, recuerda.
RECONOCERSE
“Empezamos a saber del tema a los 18-19 años, cuando la volvimos a conocer a la abuela, ya ni no nos acordábamos de ella”, dice Melisa sobre Sonia Cárcamo, quien en esos años estaba viviendo en Río Gallegos.
‘Veo a mi abuelo y es como si mi papá estuviese acá’, dice Carolina. FOTO: JOSÉ SILVA/LA OPINIÓN AUSTRAL.
Recuerda que el vínculo comenzó con Sonia contándoles anécdotas de cuando eran pequeñas, para luego ir entrelazándolas con las de su papá.
“Fue un montón de anécdotas, nos mostraba las cartas de él, asegurándonos aún más que nosotras éramos las hijas de José”, comenta Carolina.
Tras ese primer reencuentro, Melisa y su pequeña hija se mudaron durante algunos meses a la capital santacruceña, donde había nacido y se había criado su padre. Los lazos comenzaban a reconstruirse.
En 2009, Rodrigo Magallanes estrenó “Soldado sólo conocido por Dios” y fue, previamente, por la realización del documental que Sonia y Melisa viajaron a las islas Malvinas.
“Cuando viajé era la emoción de ir. Era la experiencia de compartir con la abuela, era la primera vez que salíamos las dos solas. Me la llevé hasta al boliche”, cuenta entre risas y asegura, como si cupiesen dudas, “la pasamos re lindo”.
‘Tocar el anillo fue como decirle: ‘Viejo, estoy acá». FOTO: JOSÉ SILVA/LA OPINIÓN AUSTRAL.
Aún faltaban algunos años para que la tumba de José Honorio fuera identificada. En aquel entonces, entre las madres de los soldados habían acordado que cada madre eligiese una tumba, de esa manera todas tendrían un epitafio ante el cual podían honrar la memoria de los caídos.
En la que Sonia había elegido, Melisa dejó una carta escrita por su hermana junto a una foto de ambas.
Finalmente, en enero de 2018, se anunció oficialmente que los restos de Ortega habían sido identificados. Carolina recuerda: “Lo viví de espectadora cuando autorizaron los ADN y luego salieron los primeros, lo que se decía y el temor de que si los padres iban a las islas ¿qué quieren remover?. Después, cuando lo lograron, lo logramos, lo logró mi abuela con todas las otras madres, fue una alegría inmensa saber que mi papá estaba ahí. Sabías que lo podías cruzar… estaba ahí. Fue una tranquilidad”.
En enero de 2018 se anunció la identificación de los restos de José Honorio Ortega
En la exhumación realizada por el Comité Internacional de la Cruz Roja, una pertenencia del soldado santacruceño fue clave. Era un anillo de plata con las inscripciones “Graciela”, el nombre de la madre de las mellizas, y una fecha: “01/01/81”.
“Vi fotos cuando se hizo lo del ADN y de su cajón, él nos esperaba. Hoy, cuando vi el anillo, lo tocó mi papá… Le decía a mi hermana que es como encontrar una prenda de él y olerla, al tocarlo fue como decirle: Viejo, estoy acá y está con nosotros. Fue impactante”.
Sonia y Melisa en el cementerio de Darwin.
En honor al héroe santacruceño, el 28 de mayo se inauguró una escultura que quedó emplazada en el Monumento a los Caídos en Malvinas. Hoy esa obra es un acercamiento a lo que hubiese sido conocerlo de cuerpo entero.
“Fue una sensación rara porque una cosa es cuando descubren una placa, pero otra es con una cara tan real”, comenta Melisa.
“Cuando destaparon la estatua… verlo tan perfecto, tan igual a las fotos… es escalofriante porque está presente, no vivo, pero es ver la escultura de pie, como está él y como tiene que estar cada caído en Malvinas y cada veterano para recordarlos. Fue emocionante. Todo el que entre a Río Gallegos lo verá”, agrega Carolina.
ABRAZARSE
Por estos días Melisa ya regresó, junto a sus hijos Agostina (20) y Marcos (14) a Trelew, colmada del afecto que de manera constante le hicieron sentir en Río Gallegos y en Rospentek, tras haber tenido la posibilidad de compartir con toda su familia.
“Es la emoción de la primera vez que podemos venir todos, faltan primos que están en Calafate, en la cordillera, esta es la mitad”, dice en un living comedor que les quedó chico a cada momento del día. “Creo que eso es lo más valioso que nos dejó esta visita, por eso los busqué a los 18 años, ahora me tienen que aguantar”, dice contenta y entre risas.
Por primera vez, las hermanas Ortega se encontraron en Río Gallegos con la familia.
Estar cerca de la familia es estar cerca de José, conocerlo a través de cada uno de sus lazos y reconocer también su propia identidad. Además de sus abuelos, las mellizas tienen a su tío Héctor en Río Gallegos y dos tías: María Angela en El Bolsón y Marcela en El Calafate.
“Lo veo a mi abuelo y es como si mi papá estuviese acá, lo veo en sus ojos, en el abrazo de mi abuela, en la mirada de mi tío, ahí lo busco”, intenta explicar Carolina.
“Lo que me llevo de la visita es esta calidez de Malvinas. A la historia hay que difundirla porque nadie la sabe completa, empezando por mi papá, pero después con todos”.
La familia Ortega junto a la escultura de José Honorio en Río Gallegos. FOTO: JOSÉ SILVA/LA OPINIÓN AUSTRAL.
Sobre cómo comparten la historia familiar con sus hijos, Carolina, madre de José (20), Zoe (12) y Catalina (1), comenta que “los más grandes saben la historia completa porque han escuchado hablar a mi abuela o por lo que yo les he contado”.
“Mi hijo me ha acompañado mucho, él vivía conmigo cada 2 de abril y para mí era angustiante, era una bronca, hasta que empecé a crecer y a darme cuenta que lo tenía al lado y debía contarle lo que era Malvinas, perder un padre, querer amarlo y no saber quién era realmente. Empezamos a tomar contacto con mi familia y él empezó a decir: El abuelo debe haber sido así…”.
En el abrazo de mi abuela, en la mirada de mi tío, ahí busco a mi papáCompartir
Melisa añade que “mi hija contó en la escuela: Mi abuelo falleció en Malvinas peleando por nuestras tierras y se quedó allá, pero se presentó la ignorancia de decir es niña y no le prestaron atención. A ellos les falta esa seguridad, sus amiguitos lo saben y los acompañan, pero hay gente mayor que ignora esas cosas”.
“Ellos vinieron para estar más seguros de contar la historia y decir sí, somos nietos de José Ortega. Escuchen la historia, es importante y no se tiene que olvidar”.
EL LEGADO DE JOSÉ
“Hay que demostrar este calor que hay por Malvinas y por nuestros soldados. Es algo increíble, quien empiece a saber toda la historia va a querer saber más, contar y estar presente: malvinizar”, manifiesta Carolina.
Pide que “no olviden las islas, que por favor en las escuelas tomen conciencia que nuestro territorio y nuestra historia son importantes”, a lo que Melisa agrega “que sean más patriotas, el patriotismo se perdió”.
José, Sonia, Héctor, Carolina, Melisa, Selene, Marcos, Zoe, Catalina, Lorenzo y Santiago. FOTO: NAZARENA USANDIVARAS/LA OPINIÓN AUSTRAL.
“A mi papá, que lo tengan presente como el inicio de algo que fue inmenso. Desde un viajecito a Malvinas de mi hermana con mi abuela a visitar la supuesta tumba, después saber dónde estaba, un ADN positivo. Que conozcan, se empapen, es importante. Las islas son un pedacito de tierra que es nuestro, nos pertenecen, tenemos argentinos que quedaron allá”, cierra Carolina.
Fuente: La Opinión Austral de Río Gallegos.
