Los hipopótamos poseen un sistema auditivo único que combina el uso de sus orejas para sonidos aéreos y sus mandíbulas para detectar ondas sonoras bajo el agua, garantizando su supervivencia en ambientes acuáticos.
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Los hipopótamos, esos gigantes semiacuáticos, no solo destacan por su imponente tamaño, sino también por una adaptación auditiva fascinante que les permite interactuar con su entorno de manera eficiente. A diferencia de la mayoría de los mamíferos, los hipopótamos cuentan con dos sistemas auditivos diferentes, uno para el aire y otro para el agua, reflejando su estilo de vida anfibio.
El primer sistema se basa en las pequeñas orejas ubicadas en la parte superior de su cabeza. Estas orejas captan las ondas sonoras en el aire y funcionan de manera similar a las de otros mamíferos terrestres. Sin embargo, cuando los hipopótamos están sumergidos, entra en juego su segundo sistema auditivo.
Este segundo sistema utiliza sus mandíbulas como conductores de sonido bajo el agua. Las ondas sonoras viajan a través del agua, ingresan por las mandíbulas y se transmiten al oído interno. Este mecanismo les permite determinar la distancia de una fuente sonora analizando las diferencias de tiempo con las que las ondas llegan a cada lado de su cuerpo, una habilidad crucial para detectar amenazas o la ubicación de otros hipopótamos.
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Además de su compleja audición, los hipopótamos son conocidos por su capacidad de emitir sonidos tanto en el aire como bajo el agua. Cuando se encuentran en una posición anfibia (ojos y fosas nasales fuera del agua, pero garganta sumergida), logran transmitir sonidos en ambos medios al mismo tiempo. Entre sus llamados más comunes destacan los gruñidos, de baja frecuencia (30-60 Hz), y los resoplidos, que terminan en frecuencias tan bajas como 20 Hz.
Curiosamente, los hipopótamos también producen sonidos bajo el agua que no se perciben en el aire, incluyendo «explosiones de burbujas», un fenómeno aún no del todo comprendido por los científicos, pero que podría estar relacionado con la comunicación a larga distancia.
Estas adaptaciones no solo destacan la complejidad de estos animales, sino que también revelan cómo evolucionaron para dominar tanto el aire como el agua, manteniéndose en constante comunicación y alerta frente a su entorno.
Fuente: Billiken
Foto: National Geographic