“Las megaminerías, por nuestra experiencia que tenemos en la Argentina, lo único que les deja a los locales es la venta de cigarrillos, kiosquitos, servicios de mucamas y hotelería para los grandes empresarios y en último caso algún trabajo de chofer”, criticó el sacerdote.
“La gente del lugar queda con los espacios destrozados por la megaminería, después cuando se termina el mineral, ellos se retiran, sacan cosas y lo que no sirven lo dejan para que otros lo saquen”, sostuvo.
“La Iglesia se mantiene firme y seguimos apoyando el No a la Mina. Chubut y la Patagonia tienen muchísimas otras posibilidades que no están siendo aprovechadas porque creemos que los intereses mineros presionan al poder político para que autorice lo que ellos quieren, obligan a aceptar los que ellos quieren”, remarcó.
“Vamos a tener una reunión el 15 de noviembre, pienso que vamos a emitir un documento sobre nuestra posición respecto de la decisión del Gobierno de habilitar la megaminería”, reveló Slaby.