Miles de fieles recorren la Basílica para rendir homenaje al pontífice, cuyo sencillo ataúd guarda elementos de gran carga simbólica
Desde este miércoles, el féretro del papa Francisco descansa en la Basílica de San Pedro y se ha convertido en foco de devoción y contemplación. A su alrededor, los católicos avanzan en fila, se arrodillan y se persignan ante el ataúd que presenta cinco símbolos que evocan el ministerio y la humildad de Jorge Mario Bergoglio.
La casulla roja, que “simboliza tanto el amor y la compasión como la sangre derramada de Cristo”, es la túnica litúrgica más vistosa que viste al pontífice en su descanso final. Este color se reserva para celebraciones solemnes, como el Viernes Santo o Pentecostés.
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Sobre la casulla, reposa un palio blanco con cruces negras bordadas, “una banda de tela de unos dos metros de largo que los papas llevan en las misas pontificales”, y sobre él, la pieza dorada que representa los clavos de Jesús. Tradicionalmente, este ornamento es confeccionado por monjas benedictinas de Roma.
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En la cabeza, la mitra blanca con ribete dorado “representa la dignidad, la santidad y la autoridad papal”. Mientras que en su mano derecha, el pontífice lleva su tradicional anillo de plata, pieza que donó Benedicto XVI al descartar el Anillo del Pescador en 2013. “Cuando Francisco asumió, se confeccionó un nuevo anillo dada la condición del papa emérito”, recuerdan los protocolos.
Entre los dedos, el rosario negro con cadena plateada evoca la devoción mariana del pontífice. El ataúd mismo, de madera y zinc, cumple el deseo de Francisco de un cajón “sencillo” y abierto, a diferencia de los tres féretros de sus predecesores. En su testamento, pidió reposar en un nicho “sencillo y sin adornos” en Santa María la Mayor, y no en la cripta de San Pedro.
Fuente: BBC.
Fotos crédito: Reuters.