Miles de serbios salieron nuevamente a las calles este domingo para exigir la renuncia del presidente Aleksandar Vucic y la convocatoria inmediata a elecciones anticipadas. Las protestas, encabezadas por un movimiento estudiantil, paralizaron Belgrado y otras ciudades con cortes de calles y barricadas improvisadas.
La movilización surge tras el colapso del techo de una estación de tren en Novi Sad en noviembre, que dejó 16 muertos. La tragedia, atribuida a una obra defectuosa por corrupción, encendió la indignación pública. La estación había sido recientemente renovada por una empresa china.
Los manifestantes acusan al Gobierno de encubrir responsabilidades y denuncian una ola de detenciones previas a las protestas. Según la policía serbia, 77 personas fueron arrestadas y 48 agentes resultaron heridos durante los disturbios. La represión incluyó choques directos entre manifestantes y fuerzas de seguridad en varios puntos de la capital.
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Imágenes tomadas con drones muestran a miles de personas movilizadas, bloqueando puentes y rutas con tachos de basura, cercas y estructuras improvisadas. Las autoridades calificaron la situación como “violenta”, mientras que los líderes del movimiento insisten en su carácter pacífico y democrático.
El presidente Vucic, en el poder desde 2012, se negó a ceder ante los reclamos y calificó a los estudiantes de “terroristas”. También comparó las protestas con una “revolución de color”, término usado para describir levantamientos populares en otros países de Europa del Este.
La presión social crece en Serbia, donde el malestar por la corrupción, el autoritarismo y la falta de transparencia institucional parecen estar alcanzando un punto de quiebre.
Fuente: DW.