Vanuatu sufrió un terremoto de magnitud 7,3 el pasado martes 17 de diciembre, que causó el colapso de edificios y deslizamientos de tierra. Las autoridades confirmaron nueve muertos y más de 200 heridos, aunque advierten que el número de víctimas podría aumentar en las próximas horas.
En la capital, Port Vila, los rescatistas trabajan incansablemente para encontrar sobrevivientes bajo los escombros. En una tienda colapsada, lograron rescatar a tres personas, pero una de ellas no sobrevivió, según Michael Thompson, voluntario presente en el lugar.
El gobierno declaró siete días de estado de emergencia debido a la magnitud del desastre. La medida incluye un toque de queda nocturno que estará vigente hasta el 24 de diciembre para facilitar las labores de rescate y asistencia a los afectados.
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El sismo provocó el derrumbe del edificio que albergaba las embajadas de Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda. Mientras que los funcionarios estadounidenses y franceses están a salvo, Francia reportó que su oficina quedó completamente destruida.
Australia comprometió ayuda por 1,2 millones de euros, mientras que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otras agencias de la ONU han desplegado equipos para brindar apoyo en el terreno. La OMS informó que está asistiendo al Hospital Vila Central y coordinando con el Ministerio de Salud.
El terremoto ha dejado una profunda huella en Vanuatu, afectando a cientos de familias y colapsando infraestructuras clave. Mientras los rescatistas continúan con sus labores, la comunidad internacional se moviliza para ofrecer apoyo ante esta tragedia.
Fuente: DW.
Foto: Imagen: Vanuatu Police Force/picture alliance.