Legisladores debaten sobre el congelamiento salarial, la dieta 13 y el impacto del esquema de Ganancias, en un clima de tensiones internas y críticas externas.
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El Senado argentino vive un cierre de año atravesado por disputas en torno a los haberes de los legisladores, que incluyen el descongelamiento salarial previsto para 2025 y el reciente cobro de la dieta 13, aprobada en abril pasado. Este último concepto habilita a los senadores a recibir medio aguinaldo en enero, lo que implica ingresos brutos de aproximadamente 2,5 millones de pesos.
La controversia se remonta al acuerdo votado en abril, donde oficialismo y oposición pactaron un sistema que incluye 2.500 módulos básicos, más 1.000 adicionales por representación y 500 por desarraigo. Este esquema, que representa ingresos brutos superiores a los 7 millones de pesos mensuales, generó críticas al sumar la dieta adicional para el aguinaldo. Una excepción es la senadora Alicia Kirchner, quien renunció a cobrar dieta y mantiene su jubilación.
En julio, tras una suba del 6,6% en los haberes legislativos, el Senado congeló por unanimidad las dietas hasta el 31 de diciembre, para calmar las críticas de gremios legislativos como APL. Sin embargo, a partir de enero, los senadores enfrentan una encrucijada: algunos sostienen que el congelamiento debe extenderse, mientras que otros consideran inevitable la actualización del valor del módulo, fijado actualmente en $2.225,25, lo que podría elevar las dietas a más de 9 millones de pesos en bruto.
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Una propuesta para evitar el ajuste es que la presidenta del Senado, Victoria Villarruel, extienda unilateralmente el congelamiento. Sin embargo, los legisladores evitan pedirlo formalmente, temiendo generar críticas hacia su figura. A esto se suma el impacto del nuevo esquema de Ganancias, que grava todos los conceptos salariales y ha generado descuentos en los ingresos de varios legisladores, quienes reportaron haber cobrado menos en noviembre que en octubre.
El trasfondo de estas tensiones refleja problemas estructurales, como la pérdida de capacidad adquisitiva de las dietas a lo largo de los años y la falta de un debate serio sobre el financiamiento de la política. Mientras tanto, el Senado sigue siendo escenario de pugnas internas y críticas externas, alimentadas por escándalos patrimoniales y una percepción generalizada de deterioro en la calidad legislativa.
Fuente: Infobae
Foto: Archivo