Testigos denuncian matanzas y ejecuciones masivas tras el derrocamiento de Bashar al Assad. El gobierno interino promete investigar, mientras la violencia sectaria se intensifica.
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Siria enfrenta su peor ola de violencia desde la caída de Bashar al Assad, con reportes de ejecuciones y matanzas cometidas por hombres armados leales al nuevo gobierno. Testigos han denunciado asesinatos indiscriminados en Latakia y Tartous, mientras la Red Siria de Derechos Humanos (SNHR) contabiliza al menos 642 muertos, incluidos civiles ejecutados sumariamente.
La violencia estalló el jueves cuando fuerzas del gobierno interino irrumpieron en bastiones alauitas, señalados como refugio de insurgentes leales a Assad. Los ataques han sido descritos por testigos como una «purga» contra la comunidad que dominó el país por décadas.
Residentes de Latakia y Baniyas han relatado episodios de horror a CNN, con cuerpos en las calles y ejecuciones a sangre fría. Bashir, un sobreviviente, denunció la muerte de su tío y su esposa, ambos alauitas, asesinados en su hogar.
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En redes sociales han circulado videos estremecedores donde combatientes se jactan de estar «purificando» el país. En uno de ellos, un hombre con uniforme militar obliga a un cautivo a «ladrar como un perro» antes de dispararle.
El gobierno interino, encabezado por Ahmad al-Sharaa, intenta distanciarse de su pasado yihadista mientras promete igualdad para todas las sectas. Sin embargo, las matanzas han desatado dudas sobre su compromiso con los derechos humanos.
Los ataques de esta semana, que comenzaron tras una emboscada a miembros del grupo rebelde Hayat Tahrir al-Sham, han desatado represalias sin control. Con más de 150 fuerzas de seguridad muertas y 300 capturadas, Siria parece encaminarse a un nuevo ciclo de violencia interminable.
Fuente y foto: CNN Español