A pesar de su apariencia liviana y etérea, las nubes contienen una sorprendente cantidad de agua, lo que las hace mucho más pesadas de lo que parecen. Una investigación de la científica Margaret LeMone del Centro Nacional para la Investigación Atmosférica revela detalles sorprendentes sobre su peso real.
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Las nubes, esas formaciones blancas y esponjosas que adornan el cielo, pueden parecer ligeras y sin peso. Sin embargo, una investigación de la científica atmosférica Margaret LeMone del Centro Nacional para la Investigación Atmosférica en Boulder, Colorado, ha revelado que las nubes son mucho más pesadas de lo que comúnmente se piensa.
LeMone explicó que las nubes están compuestas principalmente de aire y millones de pequeñas gotas de agua o cristales de hielo. Estas se forman cuando el agua se condensa alrededor de una partícula «semilla», que puede ser cualquier cosa, desde ácido nítrico hasta vapores liberados por los árboles, generalmente de tamaño microscópico.
Para calcular el peso del agua en una nube de tamaño medio, LeMone midió el tamaño de la sombra de una nube y, asumiendo una forma cúbica, estimó su altura. Este método simplificó el cálculo del volumen de las nubes. Según sus estimaciones, una nube con un volumen de un kilómetro cúbico contendría gotas de agua que pesarían alrededor de 500,000,000 gramos, o aproximadamente 550 toneladas. Esto es comparable al peso combinado de más de 227 elefantes adultos.
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La investigación de LeMone pone en perspectiva el contraste sorprendente entre la percepción visual de las nubes y su masa real. Aunque parecen livianas y etéreas, estas formaciones contienen una cantidad considerable de partículas de agua. LeMone subraya que este conocimiento es crucial para comprender mejor los fenómenos meteorológicos y la dinámica del clima en nuestro planeta.
Además, el peso de las nubes varía según la cantidad de agua que acumulan por unidad de volumen. Por ejemplo, las cumulonimbus, densas nubes oscuras que preceden a las tormentas, son mucho más pesadas que las nubes blancas dispersas que se observan en días claros. Además del agua, las nubes también contienen aire. A nivel del mar, la presión del aire es de aproximadamente 1 kg/cm², lo que significa que el aire también contribuye significativamente al peso total de una nube.
Según LeMone y otros investigadores, para obtener el volumen total de una nube, es esencial considerar el aire acumulado entre cada gota de agua. Este aire contribuye al peso y volumen total de las nubes. Durante una tormenta, las pequeñas gotas de agua se combinan y se enfrían, volviéndose tan pesadas que caen hacia la tierra en forma de lluvia. Cada gota de lluvia es mucho más grande que una gota de agua suspendida en el interior de la nube, con un diámetro promedio de aproximadamente 2 milímetros.
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LeMone destaca que, durante una tormenta, las gotas de agua se combinan de manera que evitan que toneladas de agua caigan de golpe sobre nuestras cabezas. En un cumulonimbus, que puede contener hasta un millón de toneladas de agua, esta masa es asombrosa y sorprendente.
El estudio de LeMone revela que las nubes, aunque parecen flotar mágicamente en el aire, están en equilibrio gracias a procesos naturales que ocurren en la atmósfera. Estas formaciones, esenciales para el clima diario y el ciclo del agua, encierran múltiples aspectos fascinantes que merecen ser estudiados y apreciados.
Fuente: Infobae
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