A pesar de las adversidades económicas, el vino argentino destaca por su calidad y continúa atrayendo inversiones y fomentando el enoturismo.
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El vino argentino sigue avanzando a paso firme, no necesariamente en términos de ventas o consumo, sino en cuanto a calidad. Este progreso asegura un futuro prometedor para la industria vitivinícola del país. Las dificultades actuales están más relacionadas con la macro y microeconomía que con el desarrollo del sector vitivinícola, que ha demostrado ser un motor crucial para las economías regionales, atrayendo inversiones y beneficiando a sectores complementarios como el enoturismo y la hotelería.
La producción de vinos es un proceso que requiere paciencia y visión a largo plazo. Desde la plantación hasta la venta de la primera botella pueden pasar al menos seis o siete años, y aún más tiempo para que las ventas aseguren la sostenibilidad del negocio. Esta visión de largo plazo es fundamental, especialmente para los vinos de alta gama, que no sostienen el negocio por volumen de ventas, pero sí elevan la calidad y el prestigio de las bodegas.
Los vinos de alta gama ocupan una pequeña porción del mercado, representando el segmento más exclusivo. Aunque no son los más vendidos, estos vinos ofrecen atributos diferenciales que los hacen muy deseados. La diversidad del vino argentino se refleja en una oferta de unas seis mil etiquetas, con una diferencia de precio significativa entre las más económicas y las más caras, aunque la diferencia cualitativa tiene un límite.
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Los vinos de alta gama deben ser expresivos y equilibrados, ganando armonía con la guarda. La exclusividad, tanto por el valor de la botella como por la cantidad limitada, es un factor distintivo. Estos vinos suelen destacarse en reportes internacionales, desafiando los límites y las costumbres, lo que ha llevado a obtener puntuaciones perfectas sin necesidad de roble.
La elaboración de estos vinos requiere tiempo, dedicación, un lugar especial, recursos económicos y mucha paciencia. Los vinos de alta gama deben ser complejos, equilibrados y trascender en el tiempo. La exclusividad del lugar de origen y la confianza en el hacedor son esenciales. Estos factores, junto con el reconocimiento internacional, consolidan la posición de los vinos argentinos en el mercado global.
Fuente: Infobae
Foto: Archivo
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