Ciertos alimentos, como los arándanos y el apio cultivados en turberas húmedas, eliminan más carbono del aire del que emiten, ofreciendo una alternativa sostenible para reducir las emisiones y restaurar ecosistemas.
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La producción de alimentos es responsable de aproximadamente una cuarta parte de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, un desafío clave en la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, existen alimentos que no solo tienen un impacto mínimo, sino que además contribuyen a mejorar el clima. Estos productos, conocidos como alimentos «carbono-negativos», eliminan más gases de efecto invernadero del aire de los que emiten durante su producción.
Entre estos alimentos destacan los cultivados en turberas húmedas, ecosistemas que permiten que el carbono orgánico se acumule más rápido de lo que se descompone. Productos como los arándanos y el apio, cuando se cultivan en estas condiciones, pueden reducir significativamente su huella de carbono. Para maximizar este beneficio, es crucial que sus cadenas de suministro sean altamente eficientes en términos de emisiones.
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Además de reducir el impacto ambiental, el cultivo de alimentos carbono-negativos puede contribuir a la restauración de los ecosistemas. Las turberas húmedas, además de ser sumideros naturales de carbono, proporcionan hábitats esenciales para diversas especies, ayudando a conservar la biodiversidad.
Promover la producción y el consumo de alimentos carbono-negativos no solo representa una estrategia efectiva para mitigar el cambio climático, sino que también fomenta sistemas alimentarios más sostenibles. Este enfoque podría convertirse en un pilar clave para alcanzar los objetivos globales de reducción de emisiones y protección ambiental.
Fuente: Diario Hoy
Foto: Archivo