El pasado 22 de octubre, un asteroide pequeño impactó la atmósfera terrestre apenas dos horas después de haber sido detectado por el sistema de vigilancia ATLAS, en Hawái. La Agencia Espacial Europea (ESA) confirmó que el objeto rocoso, denominado 2024 UQ, no representaba un peligro significativo debido a su tamaño de apenas un metro de diámetro.
La caída del asteroide 2024 UQ ocurrió en el océano Pacífico, cerca de California, sin causar daños. Sin embargo, el breve tiempo de detección pone en evidencia la vulnerabilidad de los sistemas de alerta ante posibles colisiones futuras de mayor envergadura, según informaron los expertos de la ESA.
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Este impacto es el tercero de un asteroide detectado en 2024. Los otros dos eventos, con los asteroides 2024 BX1 y 2024 RW1, se registraron sobre Berlín y Filipinas, respectivamente, desintegrándose sin incidentes graves. Estos sucesos muestran la frecuencia con la que pequeños cuerpos espaciales pueden alcanzar nuestro planeta.
Los sistemas de monitoreo actuales, como ATLAS y NEO Surveyor de la NASA, están diseñados para identificar asteroides pequeños, pero en ocasiones la detección ocurre demasiado tarde para emitir una alerta. Esto evidencia la necesidad de mejorar las tecnologías de vigilancia para prevenir riesgos mayores en el futuro.
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Además de los sistemas de detección, existen misiones de defensa como DART, que en 2022 probó desviar un asteroide con éxito. También, China planea para 2030 una misión similar que refuerce la capacidad de protección planetaria ante amenazas externas.
La NASA explica que la Tierra recibe diariamente más de 100 toneladas de partículas cósmicas. De vez en cuando, un asteroide del tamaño de un automóvil ingresa a la atmósfera, generando bolas de fuego que se queman antes de tocar suelo. Aunque la mayoría de estos impactos no representa riesgo, la vigilancia constante sigue siendo clave para la seguridad planetaria.
Fuente: DW.
Imagen: Vadimrysev/Depositphotos/IMAGO.