El bovino Criollo patagónico volvió a captar la atención en el sector ganadero argentino, especialmente en un contexto de cambio climático donde la resistencia y adaptabilidad son claves. Esta raza, caracterizada por su capacidad de sobrevivir en condiciones extremas, fue objeto de un proyecto de recuperación genética encabezado por la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ), que busca su reintroducción en el circuito productivo. La historia de estos animales asilvestrados, rescatados del Parque Nacional Los Glaciares, es un ejemplo único de conservación y valorización de recursos zoogenéticos.
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El origen de esta iniciativa se remonta a 1990, cuando genetistas de la UNLZ descubrieron una población de bovinos criollos asilvestrados en el Parque Nacional Los Glaciares, en la provincia de Santa Cruz. Estos animales, aislados por más de 100 años en un entorno natural, habían mantenido su pureza genética, descendiendo de los primeros bovinos traídos por los colonizadores españoles en el siglo XVI. Tras su descubrimiento, se inició un ambicioso programa de conservación para extraer y multiplicar esta valiosa genética, que hoy cuenta con un banco de germoplasma y un núcleo reproductivo en Chascomús.
Este año, el bovino Criollo patagónico tuvo una destacada participación en la Exposición Rural de Palermo, donde atrajo el interés de cabañas pampeanas. Ejemplares como “La Yoly”, “Lunático” y “Betty” se convirtieron en los protagonistas de una muestra que no solo exhibió la rusticidad de estos animales, sino también el valor de su genética para la producción ganadera moderna. En un mundo donde la diversidad genética es cada vez más apreciada, esta raza podría ser clave para afrontar el cambio climático en la producción agropecuaria.
El Dr. Enrique Genero, director del Programa de Recuperación, Conservación y Caracterización de Recursos Zoogenéticos Argentinos, destaca que este proyecto no solo se enfoca en la conservación, sino también en la formación académica y profesional. «Estamos recuperando un patrimonio genético invaluable que no solo aporta a la biodiversidad, sino que también permite a los estudiantes aplicar sus conocimientos en un contexto real, preparándose para los desafíos del futuro», afirmó Genero. La integración de estos animales en las currículas educativas es otro ejemplo del impacto positivo que esta iniciativa generó.
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La resistencia a climas extremos, la capacidad de adaptarse a zonas áridas y la rusticidad del bovino Criollo patagónico despertaron el interés tanto de genetistas como de productores. En tiempos donde la sostenibilidad y la eficiencia son esenciales, la genética de esta raza podría marcar la diferencia en la ganadería del futuro.
Fuente: Más Producción.
Foto: TN.
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