Participar en una carrera de 10 kilómetros puede parecer un desafío lejano para quienes recién se inician en el mundo del running, pero con constancia, en menos de seis meses es posible lograrlo. La clave está en establecer objetivos progresivos, escuchar al cuerpo y mantener una rutina de entrenamiento acorde al nivel personal.
Uno de los principales atractivos del running es su accesibilidad. No importa la edad, el horario ni la experiencia: correr se adapta a todas las personas. Ya sea solo o en grupo, esta disciplina ofrece una flexibilidad única que permite entrenar según las posibilidades y preferencias individuales. Además, el equipamiento inicial es mínimo, lo que facilita aún más su práctica.
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Los beneficios de correr con continuidad van mucho más allá del aspecto físico. Salir a correr eleva los niveles de autoestima, mejora el estado de ánimo y genera una sensación de logro constante. A medida que se avanza en los entrenamientos y se cumple con los objetivos marcados, la motivación se fortalece.
Para quienes se plantean llegar en condiciones a un 10K, lo ideal es contar con un plan de entrenamiento diseñado por un profesional. Estos suelen combinar sesiones de trote suave, ejercicios de fuerza, descansos estratégicos y evaluaciones periódicas para evitar sobrecargas o lesiones. Así, la progresión es segura y sostenible.
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Por último, el running también tiene un fuerte componente social. Correr permite conocer personas con intereses similares, compartir experiencias y hasta formar parte de comunidades de entrenamiento o clubes locales. La motivación grupal suele ser un gran motor para no abandonar el proceso, incluso en los días más difíciles.
Fuente: TN.