Un estudio revela que esta colorida ave de África Oriental coopera con otras no emparentadas en la crianza de crías, mostrando vínculos sociales similares a la amistad humana.
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Una investigación publicada en la revista Nature ha revelado un comportamiento extraordinario en el estornino soberbio (Lamprotornis superbus), una vistosa ave nativa de África Oriental. Según los científicos, estas aves forman lazos sociales duraderos y recíprocos con otros miembros de su bandada, incluyendo individuos no emparentados, lo que se asemeja notablemente al concepto de amistad en humanos.
La amistad, entendida como un vínculo afectivo entre seres no relacionados genéticamente, es un fenómeno complejo y poco común en la naturaleza. Sin embargo, esta nueva evidencia sugiere que el estornino soberbio podría ser una de las pocas especies salvajes que establece estas relaciones cooperativas.
«Se trata de la primera prueba real de reciprocidad en un ave que se reproduce de forma cooperativa, y una de las más sólidas en animales», explicó Dustin Rubenstein, coautor del estudio y ornitólogo de la Universidad de Cornell, al medio especializado ScienceAlert. «Yo puedo ayudarte hoy y tú puedes hacerlo en el futuro», resume el investigador.
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Entre 2002 y 2021, los científicos observaron nueve bandadas de estorninos en Kenia, documentando 40 temporadas de cría. Las bandadas pueden incluir entre 9 y 40 individuos, y se comprobó que algunos «niñeros» ajenos a los nidos alimentaban o protegían crías que no eran suyas. Gracias a pruebas genéticas, los investigadores descartaron relaciones de parentesco, lo que refuerza la hipótesis de cooperación entre no familiares.
Este comportamiento de crianza compartida también involucró a «inmigrantes», aves que se unieron a nuevas bandadas y colaboraron activamente con sus nuevos compañeros. Según Rubenstein, estos estorninos incluso parecen elegir con qué individuos establecer relaciones sociales, lo que añade otro nivel de complejidad a su comportamiento.
Aunque los científicos evitan llamarlo “amistad” en términos estrictamente humanos, reconocen que el comportamiento de L. superbus no está muy lejos del de nuestros propios vínculos sociales.
Fuente y foto: DW