Una investigación arqueológica en Pollentia reveló que los ciudadanos de clase media del Imperio romano consumían aves pequeñas como comida rápida, desafiando la visión elitista de la dieta antigua.
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Un hallazgo realizado en la antigua ciudad romana de Pollentia, ubicada en la actual isla de Mallorca, cambió la perspectiva sobre las costumbres alimenticias del Imperio romano. Según informó la revista Muy Interesante, los restos óseos encontrados en una taberna revelan que los ciudadanos de clase media consumían zorzales fritos como forma de comida rápida, hace unos dos mil años.
El estudio, liderado por el arqueólogo Alejandro Valenzuela y publicado en el International Journal of Osteoarchaeology, se basó en el análisis de fragmentos óseos hallados en un pozo de desechos utilizado entre el 10 a.C. y el 30 d.C.. Este pozo, vinculado a una taberna identificada como la “Habitación Z”, contenía miles de restos de zorzal común (Turdus philomelos), lo que sugiere un consumo masivo y regular.
La disposición del local, con seis ánforas empotradas en el mostrador y una canalización directa para residuos, apunta a un sistema diseñado para la venta de alimentos listos para consumir. Los huesos hallados indican que las aves eran abiertas por el pecho, aplanadas y servidas rápidamente, una técnica culinaria funcional para clientes con poco tiempo.
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La ciudad de Pollentia, fundada por Quinto Cecilio Metelo tras la conquista romana de Mallorca, fue un puerto comercial estratégico del Mediterráneo occidental. Su red de tabernas públicas respondía a las necesidades de una población urbana activa, que buscaba alimentos rápidos, sabrosos y accesibles.
Tradicionalmente considerados un manjar aristocrático, los zorzales solían criarse en aviarios y se servían en banquetes acompañados de especias exóticas. Sin embargo, el estudio muestra que, gracias a su disponibilidad estacional en invierno, estas aves se integraron en la dieta de las clases medias urbanas.
El equipo investigador aplicó técnicas de osteometría comparativa para confirmar la especie predominante y descartó la acumulación natural de los restos. Concluyeron que los desechos eran el resultado de una actividad culinaria intensa y sistemática, propia de una taberna popular.
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Más allá del análisis zoológico, la investigación reconstruye aspectos de la vida cotidiana en una ciudad romana. Muestra cómo se socializaba, qué se comía y cómo se adaptaban las costumbres alimenticias a las posibilidades económicas de la mayoría.
“El hallazgo en Pollentia reescribe nuestra visión sobre la gastronomía romana”, concluyó el equipo. “Los huesos olvidados en un basurero pueden revelar más sobre la vida real que las crónicas de los grandes hombres”.
Fuente y foto: Infobae