Investigadores alemanes han identificado una especie única de pez subterráneo en la cueva de Al-Hoota, Omán. Su adaptación a la vida en las profundidades, sin ojos y con un cuerpo blanquecino, la convierte en un hallazgo evolutivo fascinante.
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En 1980, una expedición de naturalistas a la cueva de Al-Hoota, en el norte de Omán, sorprendió a la comunidad científica con el descubrimiento de un pez blanco sin ojos. Durante años, este ejemplar fue considerado una variante de una especie ya conocida, adaptada al ambiente subterráneo. Sin embargo, un estudio reciente ha revelado que se trata de una especie única con características evolutivas distintas, que ha sido identificada como Garra cavernicola.
La investigación, dirigida por Jörg Freyhof, investigador del Instituto Leibniz de Evolución y Ciencia de la Biodiversidad en Alemania, se publicó el 7 de marzo en la revista Zootaxa. El estudio detalla cómo Garra cavernicola se distingue de otras especies de Garra presentes en las montañas Hajar de Omán y los Emiratos Árabes Unidos por su ausencia de ojos externos y su coloración blanquecina o rosada sin patrones.
El nombre de la especie proviene de las palabras latinas “caverna” (cámara subterránea) y “cola” (habitante). Este pez mide alrededor de 3,8 centímetros de largo y tiene un cuerpo robusto y comprimido. La principal característica que lo diferencia es la falta de ojos externos, que son reemplazados por órbitas llenas de tejido adiposo, una adaptación a la vida en las oscuras y aisladas aguas subterráneas.
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A pesar de su pequeña talla, Garra cavernicola es un testimonio del poder de la evolución en ecosistemas aislados. Su color varía entre blanco y rosado, con aletas transparentes en los extremos y una tonalidad más blanquecina cerca del cuerpo. El estudio empleó el concepto de especie evolutiva para confirmar que esta especie no solo está físicamente diferenciada, sino que también ha seguido una línea evolutiva propia, distinta a sus parientes de superficie.
Freyhof explica que los ambientes subterráneos, al estar aislados geográficamente y presentar condiciones muy diferentes a los cuerpos de agua superficiales, son el caldo de cultivo perfecto para adaptaciones genéticas. Estas adaptaciones, como la pérdida de pigmentación y la reducción de los ojos, son indicativas de un proceso evolutivo que, según los estudios, ocurrió recientemente, tras el confinamiento de estos peces en las cuevas.
Este hallazgo no solo amplía el conocimiento sobre la biodiversidad subterránea, sino que también resalta la singularidad de la fauna en las montañas Hajar, un ecosistema único ubicado en el noreste de Omán, en la costa sudeste de la península arábiga.
Fuente y foto: mdz