Aunque el Malbec es la estrella indiscutida en Argentina, el Cabernet Sauvignon tiene una rica historia y un estilo único que lo hace destacar en el panorama vitivinícola mundial.
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El 29 de agosto, en coincidencia con el Día del Trabajador en los Estados Unidos, se celebra el Día del Cabernet Sauvignon, una de las uvas más emblemáticas y prestigiosas del mundo. Aunque en Argentina el Malbec ha acaparado la atención en las últimas décadas, no hay que olvidar que el Cabernet Sauvignon fue la uva responsable de los grandes vinos argentinos del siglo XX.
La historia de esta cepa en Argentina se remonta a mediados del siglo XIX, cuando Domingo Faustino Sarmiento trajo al país al agrónomo francés Michel Aimé Pouget. Entre las variedades que Pouget introdujo se encontraban el Malbec y el Cabernet Sauvignon. Si bien el Malbec se ha convertido en la uva insignia de Argentina, el Cabernet Sauvignon siempre ha tenido un lugar especial en el corazón de los viticultores y enólogos.
El Cabernet Sauvignon es una cepa que se adapta muy bien a diversos terruños, gracias a su piel gruesa y su resistencia natural a enfermedades e insectos. Es una uva de ciclo largo, lo que significa que necesita un clima adecuado para alcanzar una madurez óptima. En Argentina, la combinación del clima continental desértico y la altitud de la Cordillera de los Andes ha permitido que esta cepa desarrolle un estilo único y diferenciado.
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A nivel mundial, el Cabernet Sauvignon domina el escenario vitivinícola, con 341.000 hectáreas plantadas en todo el mundo, según un estudio de la Organización Mundial de la Vid y el Vino (OIV). Francia y China lideran la producción, mientras que Argentina cuenta con 15.500 hectáreas dedicadas a esta uva, que sigue siendo una parte esencial de la industria vitivinícola del país.
En Argentina, el Cabernet Sauvignon se presenta en dos grandes estilos: uno enfocado en las frutas negras y otro con un carácter más vegetal, donde predominan notas de pimientos verdes y rojos. Estos vinos, cuando están bien logrados, destacan por su equilibrio y austeridad, ofreciendo una estructura que se sostiene y mejora con el paso del tiempo.
A medida que el mundo vitivinícola sigue evolucionando, el Cabernet Sauvignon representa una gran oportunidad para el vino argentino. Este Día del Cabernet Sauvignon es una excelente ocasión para descubrir nuevas etiquetas, redescubrir los clásicos y disfrutar de un varietal que, aunque a veces eclipsado por el Malbec, sigue siendo fundamental en la identidad vitivinícola del país.
Fuente: Infobae
Foto: Revista Noticias – Perfil
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