Con enorme congoja, familiares y vecinos de La Matanza despidieron este lunes a Thiago Correa, el niño de siete años que falleció tras ser alcanzado por un balazo en la cabeza durante un tiroteo entre delincuentes y un policía. El hecho ocurrió en el barrio Almafuerte y conmocionó al país. En medio del dolor, el recorrido del cortejo fúnebre pasó por los lugares que marcaron la corta vida del pequeño.
El cuerpo de Thiago fue trasladado desde la casa velatoria hasta el Colegio Santa Rosa, donde cursaba sus estudios. Luego pasó por el Club Unidos de La Tablada, en el que jugaba al fútbol. Allí, amigos y compañeros lo despidieron entre lágrimas y globos blancos. Finalmente, el cortejo concluyó en el cementerio Parque, donde fue sepultado. La comunidad entera acompañó a la familia con muestras de dolor y pedidos de justicia.
MIRÁ TAMBIÉN | 7 años de prisión a un pastor evangélico que abuso en Corrientes
“El dolor que tengo no me lo saca nadie. No tengo palabras”, expresó con angustia Fabián, el padre del menor, en declaraciones radiales. La muerte de Thiago dejó al descubierto una vez más la inseguridad y el riesgo que enfrentan los niños en zonas vulnerables.
En paralelo, la causa judicial dio un giro decisivo. El fiscal a cargo del caso modificó la imputación del efectivo policial que disparó. El joven oficial, Facundo Aguilar Fajardo, de 21 años, será ahora investigado por el delito de homicidio con dolo eventual, lo que implica que pudo haber previsto las consecuencias fatales de su accionar. Hasta entonces, la acusación era por legítima defensa.
MIRÁ TAMBIÉN | Según Arriazu, Argentina es el segundo país con mayor devaluación
La sociedad sigue exigiendo explicaciones, justicia y mayor responsabilidad en el uso de armas por parte de las fuerzas de seguridad. La muerte de Thiago no solo deja una familia destruida, sino también el interrogante de cómo evitar que más inocentes paguen con su vida el precio de la violencia.
Fuente: Noticias Argentinas.