El conflicto histórico entre India y Pakistán acaba de entrar en una nueva fase. Por primera vez, los enfrentamientos entre ambos vecinos nucleares incluyeron una ofensiva con drones de combate, marcando el inicio de una silenciosa pero acelerada carrera armamentística en el sur de Asia. Del 8 al 12 de mayo, la región de Jammu fue testigo de intercambios aéreos sin precedentes, en los que los drones jugaron un rol central.
El uso masivo de vehículos aéreos no tripulados (UAVs) representa un cambio estratégico clave. A diferencia de los tradicionales enfrentamientos con aviones y artillería, los drones permiten ejecutar ataques sin comprometer personal ni escalar inmediatamente a una guerra abierta, según analistas y funcionarios entrevistados por Reuters. La tregua posterior, mediada por Estados Unidos, detuvo los combates, pero dejó en evidencia un giro en la estrategia militar de ambos países.
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India ya proyecta invertir más de 470 millones de dólares en drones en los próximos dos años, triplicando el presupuesto previo al conflicto. Además, acaba de aprobar un paquete de emergencia de 4.600 millones de dólares para reforzar su defensa, parte del cual será destinado a drones de vigilancia y combate. La industria nacional, representada por empresas como ideaForge Technology, está en plena expansión, con pruebas de prototipos a un ritmo sin precedentes.
En el caso de Pakistán, las limitaciones presupuestarias impulsan la colaboración internacional. Con menos cazas de alta gama que India, Islamabad apuesta por el desarrollo local de drones gracias a acuerdos con Turquía y China. El modelo turco YIHA-III se produce en territorio paquistaní en solo tres días por unidad, lo que refuerza su capacidad de respuesta frente a una posible escalada.
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Expertos del King’s College de Londres advierten que esta nueva etapa en la rivalidad indo-pakistaní, dominada por tecnología no tripulada, podría aumentar la frecuencia de ataques tácticos sin cruzar el umbral de guerra total. Sin embargo, el riesgo de error de cálculo sigue latente. Con dos potencias nucleares modernizando sus arsenales, el sur de Asia entra en una era de alta tensión e imprevisibilidad tecnológica.
Fuente: Reuters.