El nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha reavivado la ambición espacial de su país, anunciando que llevará la bandera estadounidense hasta Marte. En su discurso inaugural, Trump mencionó el planeta rojo como uno de los objetivos más importantes de su administración, respaldado por la visión de Elon Musk, dueño de SpaceX, quien quiere llevar astronautas directamente a Marte sin pasar por la Luna. Esta estrategia es una apuesta arriesgada, pues los expertos alertan sobre los obstáculos tecnológicos y económicos que enfrentarán.
La NASA, que ya trabaja en una misión tripulada a Marte, tenía como objetivo pasar primero por la Luna, según el plan Artemisa, pero ahora Trump apuesta por ir directamente al planeta rojo. Este plan, aunque ambicioso, enfrenta enormes desafíos. Según Jorge Pla-García, investigador del Centro de Astrobiología, la misión tripulada a Marte es extremadamente compleja y dependerá de los avances tecnológicos que aún no existen, como la propulsión avanzada y el blindaje contra la radiación espacial.
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Musk, por su parte, está decidido a lograrlo con su nave Starship, un cohete reutilizable de gran capacidad. Su calendario optimista apunta a enviar una nave no tripulada en 2026 y una tripulada en 2028, aunque los expertos advierten que esto es prácticamente imposible con la tecnología actual. A pesar de ello, algunos consideran que un viaje a Marte podría ser posible en la próxima década, si se destina la inversión necesaria y se solucionan los problemas técnicos.
El reto principal para la NASA y SpaceX será la protección contra la radiación cósmica, una de las amenazas más graves para los astronautas durante un viaje tan largo. Además, los aspectos psicológicos, como el aislamiento y las largas comunicaciones con la Tierra, complicarán aún más la misión. La nave Starship necesitaría contar con innovaciones tecnológicas para mitigar estos riesgos, incluyendo sistemas de protección contra radiación y soluciones para mantener el bienestar de la tripulación.
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En cuanto a la viabilidad de la misión, expertos coinciden en que es posible, pero solo si se realiza un esfuerzo similar al de la carrera espacial de la década de 1960. Sin embargo, los riesgos para la tripulación serían mucho mayores sin el entrenamiento previo en la Luna. Algunos consideran que la mejor opción sería consolidar una base lunar antes de emprender la travesía hacia Marte, para asegurarse de que las tecnologías necesarias estén listas.
La falta de continuidad en los programas espaciales de los últimos años ha sido un obstáculo importante. Desde la administración de George W. Bush hasta la de Trump, los planes de exploración espacial se han modificado constantemente. Para que el proyecto de llegar a Marte sin pasar por la Luna tenga éxito, será crucial un compromiso sostenido, tanto por parte de la NASA como de los gobiernos de turno, así como una inversión constante en investigación y desarrollo tecnológico.
Fuente: El Mundo.