«Fue un momento muy triste, me había puesto triste, pensaba que habíamos tenido una traba detrás de la otra. Y me quedaba mirar el cinturón en el bolso y decirme que íbamos a tener que hacer un doble esfuerzo para ganar, así lo pude volver a traer», admitió la «Itaka» en diálogo con el Deportivo 3.
«Estuve ordenada, haciendo caso a mi rincón, lo que veníamos trabajando en el gimnasio. Mario (Narváez) me lo recalca siempre y en especial durante en estos últimos meses. En esta pelea mi oído estuvo muy en la esquina y prestando mucha atención a lo que me mandaba a hacer mi rincón», señaló sobre la clave de la clara victoria ante una rival que le había ganado en 2017.
«Gracias a Dios pudimos meter esas manos zurdas, llegaron muy bien, lo practicamos mucho en los trabajos individuales y salió todo como queríamos», expuso.
«Mario (su marido y preparador) me ayudó en los guanteos, pero también trabajé con mi hija, con otra boxeadora del Zurdo Vázquez, Oriana; Elías Rojas, con mi cuñado Daniel, trabajé muy bien», valoró sobre su preparación.
«Hubo dos rounds en el que sentí el cambio de aire, además de que uno siente la inactividad de dos años, pero no sólo estábamos bien preparados físicamente, sino mentalmente para poder llevar la pelea nosotros», remarcó.
Cuando Griffa intentó dejar una mejor impresión en el último round, Soledad la neutralizó con una tremenda mano zurda que estuvo muy cerca de terminar en nocaut: «Mario me decía que hubo un par de rounds en los que Griffa estuvo sentida», indicó.
«Ahora si Dios quiere vamos a volver a pelear dentro de dos meses, vamos a aprovechar este tiempo para pulir lo que está medio estancado por haber estado inactiva», analizó.
«Seguramente la pelea será en el país, a ocho o diez rounds, para seguir en actividad y para ver si sale algo para pelear afuera. Me gustaría seguir en mi categoría que son los 57 kilos, o poder dar súper gallo, pero más de ahí no porque en esos dos pesos me siento muy cómoda», señaló.
«La verdad que haber firmado contrato con la promotora del Chino Maidana me permitirá tener más continuidad en el trabajo, estar más activa y no tener que esperar que te llamen y que de repente se caigan las peleas. Fueron muchas emociones en una semana», reconoció sobre su nuevo vínculo con el ex campeón mundial ahora convertido en promotor.
«Tengo tres hijas; Milagros, Sasha y Shaneisi, ellas están todo el tiempo con nosotros, comparten esto del boxeo desde muy chicas, y por eso la dedicatoria. También se lo dedico a toda la gente que me apoya en mi carrera, a mi familia y por supuesto a los sponsors», destacó a modo de agradecimiento.
«Tengo 41 años y vamos a meterle un par de años más, hasta que el cuerpo aguante, cuando empiece a doler, cuando no pueda esquivar las piñas nos vamos a ir retirando de a poco», sostuvo.
«Me siento muy bien, sigo con ganas de entrenar, con la pelea del sábado me di cuenta que me puedo seguir superando, todos los días se aprende algo nuevo en el gimnasio y la verdad que me siento muy conforme».
Ponderó el rol de Mario Narváez, marido y preparador : «él ve más allá de mis ojos, en el rincón y en el gimnasio. Lo escuchaba durante la pelea y sabía cómo resolver la situación».
Contó que «en lo personal sufrí bastante la pandemia, justo nos estábamos preparando para defender el título argentino y de repente se cerró todo, nos tuvimos que encerrar en casa, me tuve que llevar los elementos para entrenar debajo del árbol del patio, tuve que organizarme con los horarios, y no era lo mismo».
«Además nos preocupaba tener las cosas en el gimnasio, nosotros pagamos alquiler y la verdad fue dos años muy duros», dimensionó.
«Sigo en la Escuela 207 del barrio Inta, el viernes tengo que empezar, vamos a estar algunos días porque si peleo dentro de meses tengo que estar bien preparada. Para esta pelea tuve mi licencia deportiva, la aproveché a full, hice dos turnos, a la mañana temprano la parte física y a la tarde los trabajos de boxeo, aprovechamos todos los días», enfatizó en el final.
