Antonio empezó a correr a los 11 años, en los alrededores de la chacra 125, justo en el límite de Gaiman y Trelew. Para el documento es gaimense, pero los trelewenses estamos dispuestos a discutirlo. Es el segundo de cuatro hermanos: Leonardo (59), Pepe de 51 y Alfredo de 49 son los otros tres. Su mamá se llamaba Francisca Barranco y su papá Antonio Ibáñez. Fallecieron hace tres y cuatro años, en las últimas veces que el “Mono” anduvo por la zona. “Toto”, su único hijo de 16 años, representa la tercera generación de los Antonio Ibáñez. Desde 1997 vive en Mar del Plata junto a su mujer, Rosa Capurro, a quien conoció en Trelew hace 25 años.
“Es una ciudad que tiene todo lo que me gusta, el clima es distinto y cuando llegamos acá mi mujer venía con un trabajo”, contó vía telefónica desde la Feliz. Desde su llegada logró asumir dos cargos de preceptor en la Escuela Secundaria Rural de Sierra de los Padres, cercana al balneario más famoso del país.
“Primero vivíamos en un departamento, pero en el 2010 pudimos comprar nuestra casa cuando Toto (que nació un 7 de julio) tenía 5 años”.
SU MEJOR MOMENTO
“Entre el 99 y 2001 corría todas los fines de semana, sábado y domingo. En el ’99 hice una carrera de 10K en Neuquén a las 4 de la tarde de un sábado, terminó y nos fuimos con Elisa Cobanea a La Paz (Entre Ríos) para correr el domingo a las 9 de la mañana. El esposo manejaba muy bien, llegamos y faltaban 20 minutos para largar, en la elite sino no entrás en calor ya estás dando ventaja. Por suerte pude ganar las dos”.
También recordó que alcanzó su mejor marca de 10k, con 29:32, en el Iberoamericano de Sevilla de 1992, durante su permanencia en España, que también se repitió en el 91 y 93. “El nivel era increíble, ganó Antonio Pinto y detrás terminaron otros dos portugueses que después fueron los únicos blancos en alcanzar la final del Mundial del Barcelona y terminaron tercero, quinto y séptimo”.
UNA PATA DE JAMÓN, LA META VOLANTE
El «Mono» recordó otra anécdota sensacional en España: En una carrera de 10k había cuatro marroquíes tremendos y la primera meta volante al kilómetro y medio era una pata de jamón, puse todo en esa primera vuelta y les gané la pata de jamón, pero para que me la dieran tenía que terminar entre los 10 primeros de la carrera. Los marroquíes abandonaron, pero cuando me alcanzó el lote de españoles que lideraban unos monstruos como Antonio Serrano, Abel Antón y Martín Fiz, conté y éramos 12, así que le tenía que ganar a dos para quedarme con la meta volante. Me acomodé en el kilómetro 7 y en el sprint largo, de unos 700 metros, pude terminar segundo detrás de Serrano. Mi agente y entrenador (Alonso Balero) gritaba “joder con este argentino, joder con este argentino”, evocó.
“Ellos andaban muy bien en la pista, metían marcas por encima de los 27 minutos en los 10 mil, yo nunca pude lograrlas, pero en la calle y en el cross me acomodaba y hasta les ganaba”.
LA REALIDAD DEL ATLETISMO ARGENTINO
Planteó la realidad del atletismo argentino y puntualmente del local. Entre el 99 y 2001 todas las carreras que gané las corrí debajo o alrededor de 30 minutos, no se podía ganar por encima de eso”. Y en Trelew había un lote de punta, donde no era fácil ganar. En el ’93, cuando corrimos en Rada Tilly, con una costanera que era de tierra y arena me ganó Leonardo Malgor con 28:42, yo hice 28:50. La última vez que fui a ver esa misma carrera, con una costanera asfaltada, el ganador hice 32 minutos”, comparó.
ELOGIOS PARA ARBE Y MUÑOZ
Ponderó a los cordilleranos Joaquín Arbe y Coco Muñoz, los próximos representantes olímpicos de maratón que tendrá Chubut en los Juegos de Tokio. «Son dos maratonistas, tal vez el chico de Gualjaina lo sea mucho más porque Arbe tiene buenas marcas a nivel nacional e internacional en varias distancias, pero le quedó mejor el maratón”.
SU TENDÓN DE AQUILES
Precisamente la distancia madre fue su tendón de Aquiles. Después de haberlo intentando en el “Tres Ciudades”, el Mono no se animó nunca más a los 42K. “Hay cuerpos preparados para diferentes distancias, yo me acomodaba bien en 800, 1.500, 10 kilómetros, en el cross, en los 21K tengo buenas marcas, pero después de los 16 ya sufría y eso que iba sin exigirme. El maratón es otra cosa”, admitió.
LA GENERACIÓN DEL CELULAR Y LAS REDES
Su hijo dejó la predilección por el fútbol y se volcó al atletismo, ahora bajo las órdenes de Leonardo Malgor, el entrenador con el que el trelewense Leonardo Price alcanzó la clasificación a los Juegos Olímpicos de Beijing 2008.
“Es difícil, pertenece a una generación que se pasa horas con el celular en la mano. Yo no lo tenía y ni siquiera lo tengo”, reflexionó en una clara resistencia a la tecnología, incluida las redes sociales.
“Nosotros en España teníamos al entrenador (Alonso Balero) que nos mostraba los videos de los rivales que iban a correr una carrera, y sabíamos que para ganarles había que correr en 28 minutos. No veíamos otra cosa, lo demás era entrenamiento y esfuerzo”.