A pocas horas de su fallecimiento, trascendieron las instrucciones que dejó el papa Francisco sobre cómo deseaba ser velado y enterrado.
Fiel a su estilo austero, el pontífice pidió una tumba sencilla, con una lápida que solo lleve su nombre, y descansar en el santuario mariano que marcó su pontificado: la Basílica Santa María la Mayor, en Roma.
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El testamento, al que accedió TN, detalla que Francisco eligió ese templo por la conexión espiritual que mantuvo con la Virgen María a lo largo de su vida. “Confío mis restos mortales esperando el día de la Resurrección”, escribió. Solía visitar este lugar antes y después de cada viaje apostólico, gesto que reforzaba su profunda devoción mariana.
En cuanto al lugar específico, solicitó ser sepultado entre la Capilla Paulina y la Capilla Sforza, en un nicho ubicado en uno de los pasillos de la basílica. “Sin decoración particular”, indicó el papa argentino, reafirmando el tono sencillo de su despedida, en línea con las modificaciones ya conocidas de su funeral.
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Francisco también dejó cubiertos los gastos de su sepultura a través de una suma donada especialmente a la Basílica, bajo la gestión del arzobispo Rolandas Makrickas, a cargo del Capítulo de Liberia. Esta decisión deja entrever su previsión y su intención de no generar erogaciones al Vaticano ni a terceros.
En su última aparición pública, durante una visita a una cárcel de Roma en Jueves Santo, Francisco dejó una frase que hoy toma un nuevo peso simbólico: “Las Pascuas las vivo como puedo”, dijo entre risas. Y sobre los presos, reflexionó: “Cada vez que vengo me pregunto, ¿por qué ellos y no yo?”. Su humanidad, hasta el final, marcó su legado.
Fuente: TN.
Foto: Natacha Pisarenko