El 24 de junio de 1935, el accidente aéreo en Medellín que terminó con la vida de Carlos Gardel dejó también una secuela poco explorada: la de sus tres sobrevivientes. José María “Indio” Aguilar, Grant Flynn y Josep Plaja lograron salir con vida del siniestro que conmocionó al mundo hispano. Sus trayectorias posteriores, sin embargo, estuvieron signadas por secuelas físicas, pérdidas y la sombra de aquel momento fatal.
El guitarrista José María Aguilar, uruguayo, había sido apartado por Gardel en 1930 pero fue reincorporado para la última gira. Salvado por su ubicación en los asientos traseros del avión, sufrió heridas que lo alejaron de los escenarios. Las quemaduras en sus manos le impidieron volver a tocar profesionalmente, aunque se dedicó a enseñar. Murió trágicamente en 1951, atropellado por un auto en Buenos Aires.
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Grant Flynn, estadounidense y jefe de tránsito de la SACO, se había subido al avión en el último momento. Fue quien entregó algodones para los oídos a los pasajeros. Resultó herido, pero se recuperó rápidamente. Nunca dejó de volar, a pesar de su experiencia traumática. Vivió hasta 1983, cuando falleció a los 78 años.
Josep Plaja, catalán, era el secretario y traductor de Gardel. Sobrevivió al accidente pero cargó con las huellas del fuego en su rostro y manos. Fue sometido a más de 30 cirugías y vivió con muñones que cubría con guantes. Recordaba haber estado sin cinturón, lo que —según él— lo salvó. Murió en su pueblo natal en 1982.
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Mientras las vidas de estos tres hombres se reconstruían lentamente, la tragedia dejó una marca indeleble en la cultura popular. Las otras víctimas, como Alfredo Le Pera y el guitarrista Guillermo Barbieri, quedaron en el recuerdo por su estrecha colaboración con Gardel. El accidente también involucró otro avión, el “Manizales”, cuyos siete pasajeros murieron en el impacto.
Fuente: El Perfil.