El fenómeno extremo provocó más de dos mil deslizamientos en zonas montañosas, dejando terrenos inestables y complicando la reconstrucción de viviendas.
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El huracán Helene dejó una devastadora huella en el oeste de Carolina del Norte, donde más de dos mil deslizamientos de tierra han sido registrados desde su impacto el 27 de septiembre. Según el Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS), las intensas lluvias agravaron un suelo ya saturado, generando deslizamientos masivos que arrasaron viviendas, carreteras y terrenos agrícolas, afectando a comunidades enteras en Asheville y áreas cercanas, extendiéndose incluso a Tennessee y Virginia.
Estos deslizamientos, conocidos técnicamente como “flujos de escombros”, se concentraron en las regiones montañosas más vulnerables. Jennifer Bauer, de Appalachian Landslide Consultants, explicó que el 13.3 % de los condados montañosos de Carolina del Norte se encuentran en zonas críticas de inestabilidad. “La planificación es clave. Hay lugares seguros para construir, pero otros no lo son”, aseguró Bauer, señalando la importancia de los escaneos LiDAR y mapas geológicos para identificar riesgos.
El impacto de Helene no solo destruyó viviendas, sino que dejó el terreno inestable y propenso a futuros deslizamientos, lo que pone en jaque los esfuerzos de reconstrucción. La alteración del suelo y la pérdida de vegetación han incrementado la vulnerabilidad de la región, según reportes de CNN.
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La Oficina de Recuperación y Resiliencia de Carolina del Norte (NCORR) subrayó que la reconstrucción será un proceso largo y complejo. Antes de levantar nuevas estructuras, será crucial evaluar la estabilidad del terreno para garantizar la seguridad de las comunidades. “Es un desafío a largo plazo que requiere planificación y recursos significativos”, destacaron desde la NCORR.
Mientras tanto, las familias afectadas enfrentan pérdidas materiales y emocionales, en un panorama incierto marcado por el riesgo constante de nuevos deslizamientos. El huracán Helene ha dejado no solo daños físicos, sino también una profunda necesidad de resiliencia y adaptación ante el cambio climático.
Fuente: Infobae
Foto: Archivo