Investigaciones confirman su vínculo con el deterioro cognitivo y el envejecimiento cerebral.
Estudios recientes advierten que la exposición prolongada a contaminantes del aire puede afectar la función cerebral, acelerar el envejecimiento cognitivo y aumentar el riesgo de enfermedades neurodegenerativas.
Sustancias como las partículas finas (PM2.5) y el dióxido de nitrógeno (NO₂) pueden causar inflamación cerebral crónica, estrés oxidativo y alteraciones en la barrera hematoencefálica, facilitando la entrada de toxinas al cerebro.
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Investigaciones publicadas en Environmental Health Perspectives han demostrado que vivir en zonas con alta contaminación podría acelerar el deterioro cognitivo hasta en un 50% y aumentar el riesgo de demencia. También se ha observado un impacto negativo en la memoria y la capacidad de atención, especialmente en niños.
Para minimizar los efectos de la polución en el cerebro, los especialistas recomiendan reducir la exposición en horas pico, usar purificadores de aire, mantener una dieta rica en antioxidantes y realizar actividad física en entornos con baja contaminación.
Con información de TN.