Tras la contracción del 2,6% en 2024, las consultoras proyectan un crecimiento significativo este año. Sin embargo, persisten interrogantes sobre la compatibilidad entre la reactivación y la desinflación.
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El Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) anticipa un cambio de rumbo para la economía argentina en 2025, proyectando un crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) del 4,6%, luego de una caída del 2,6% en 2024. Según las principales consultoras, este crecimiento respondería tanto al efecto rebote como a una mejora genuina de ciertos sectores. Sin embargo, surgen dudas sobre cómo esta recuperación podría convivir con el proceso de desinflación en curso.
De acuerdo con Candelaria Botto, economista y directora de Ecofeminita, la decisión del Banco Central de reducir el «crawling peg» al 1% mensual refleja una clara prioridad por bajar la inflación, incluso si esto implica desacelerar la actividad económica. “Las jubilaciones y los salarios no superarán la inflación, lo que podría afectar el consumo interno, dejando el crecimiento en manos del sector exportador”, afirmó Botto.
Pedro Gaite, de la consultora FIDE, coincide en que la estabilidad cambiaria será clave para controlar los precios, aunque advierte que la apertura comercial y el dólar apreciado podrían limitar la recuperación de algunos sectores industriales. Por su parte, Santiago Bulat, socio de INVEQ, señaló que la recuperación de márgenes empresariales dependerá de la reducción de costos, dado que hay poco margen para recomponer precios.
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El sector agropecuario y la flexibilización de las importaciones se perfilan como pilares del crecimiento. Según Econviews, liderada por Andrés Borenstein, sectores como la industria automotriz y el agro podrían beneficiarse de un mayor acceso a insumos importados, lo que impulsaría su productividad. No obstante, sectores como los textiles podrían enfrentar una mayor competencia externa.
La construcción, que aporta un 3,1% al PBI, enfrenta altos costos en dólares que limitan su desarrollo, aunque mantiene su rol clave en la generación de empleo. Mientras tanto, el comercio aún muestra un rezago del 9,6% respecto a 2023, pero podría repuntar con la desaceleración inflacionaria y el incremento de la oferta crediticia.
Aunque las perspectivas generales para 2025 son optimistas, el desafío radica en equilibrar el crecimiento económico con la contención de la inflación. Las decisiones de política económica y el contexto externo serán determinantes para consolidar esta recuperación y traducirla en mejoras sostenibles para la población.
Fuente: Ámbito Financiero
Foto: Archivo