Los expertos en psicología y psicoanálisis han arrojado luz sobre las causas de estos miedos y ofrecen pautas sobre cómo ayudar a los niños a superarlos y crecer sin sentirse abrumados por el temor.
Cada niño experimenta miedos de manera única y personal, y aunque algunos de estos temores pueden ser similares entre los niños, siempre existe un matiz particular que los hace íntimos y propios de cada individuo. La psicóloga Sonia Almada señala que, a pesar de las similitudes en los miedos infantiles, siempre hay algo específico que hace que cada experiencia sea personal y singular.
Investigaciones recientes, como un estudio publicado en la revista Child Development, han explorado la relación entre los miedos infantiles y el desarrollo emocional. Este enfoque psicoanalítico sugiere que ciertos miedos en la infancia pueden estar relacionados con dinámicas familiares y experiencias tempranas. Estos miedos específicos pueden actuar como señales de conflictos subyacentes en la psique infantil, lo que respalda las teorías propuestas por Sigmund Freud hace más de un siglo.
En este sentido, el famoso caso del «Análisis de una fobia de un niño de cinco años» realizado por Freud en 1909, plantea cómo ciertos miedos pueden estar relacionados con experiencias pasadas y deseos inconscientes. Por ejemplo, el caso de Juanito, un niño que desarrolló un miedo extremo a los caballos, reveló que los miedos infantiles pueden surgir como manifestaciones simbólicas de deseos y conflictos internos.
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La psicóloga Sonia Almada explica que las fobias en la infancia difieren de los miedos normales en el desarrollo. Mientras que los miedos esperables en los niños suelen estar relacionados con situaciones o cambios naturales, las fobias se caracterizan por una asociación intensa de la angustia con un objeto específico. Estos objetos pueden variar ampliamente, desde animales hasta situaciones, y la angustia ligada a ellos puede tener un profundo impacto en la vida cotidiana del niño.
A menudo, las familias se preocupan mucho cuando un niño se enfrenta a un objeto que les causa temor. Sin embargo, exigir que el niño deje de temer a ese objeto o situación es similar a pedirle a un adulto con claustrofobia que se suba a un avión o viaje en el subte. En lugar de ayudar, esto puede ser una tortura para el niño, ya que los miedos en la infancia pueden ser tan abrumadores como los de los adultos.
Es fundamental distinguir entre los miedos evolutivos y esperables en el desarrollo de los niños y aquellos que pueden indicar problemas más profundos en la estructuración de su psique. Mientras que el miedo a la oscuridad, a los desconocidos, a ciertos animales o insectos, e incluso a los monstruos y fantasmas, son típicos de la infancia y generalmente no son motivo de preocupación, las fobias que afectan la vida cotidiana del niño y están acompañadas de angustia desbordante deben ser tratadas con seriedad.
En última instancia, comprender la naturaleza única de los miedos en la infancia y proporcionar un ambiente de apoyo y comprensión es esencial para el desarrollo emocional saludable de los niños. Si los miedos se vuelven abrumadores o interfieren significativamente en la vida cotidiana del niño, buscar la ayuda de profesionales capacitados en psicología infantil puede marcar una gran diferencia en su bienestar emocional y crecimiento.
FUENTE: Infobae